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Crítica:GÜNTER GRASS, LA LECCIÓN DE LA HISTORIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Contra la culpa, y la guerra

A menudo uno se encuentra con libros que se alejan de sus autores pero se reencuentran con los lectores, libros que dejando a un lado lastres generacionales optan por variantes que convierten a las inanimadas páginas de papel en palpitante carne magullada. En un acto que tiene mucho de ofrenda, Günter Grass, peso pesado del mundo de las letras, hunde su entarimado espacio de tantas prácticas pugilísticas y con afán renovador arroja su explosivo cargamento a las fronteras de la investigación criminal en busca de certidumbres sin temor a la reprobación, planteando el interrogante del odio desde posiciones nunca irreconciliables sino instructivas, sin resignarse a dejar estipulado que la Historia es más perversa que los hombres y que el miedo es la ignorancia que enciende los mecanismos del mal. Si no se comprende esta premisa será imposible asimilar la crónica del desastre que se deriva de la destemplada reacción de Paul Pokriefke, un insignificante periodista, cuando descubre que su hijo adolescente Konrad "lleva a la práctica las ideas prohibidas y desde hace años sujetas a arresto domiciliario" desde una página web, donde se celebra la toma del poder por parte del Führer, se acusa al "judaísmo mundial" de una inacabable propaganda antigermánica y se entroniza como mártir la figura de Wilhelm Gustloff, jefe de las agrupaciones hitlerianas asesinado en Suiza en 1936 por un estudiante judío y en cuyo homenaje el III Reich bautizará un barco hundido en 1945 en aguas del Báltico por un submarino ruso a causa de lo cual perecerán nueve mil de los diez mil pasajeros, entre los que se encuentra la madre de Paul que a continuación de ser rescatada dará a luz, siendo todos refugiados de la guerra y la mitad niños. Grass catapulta a la actualidad este trágico y arrinconado suceso para rescatar del anonimato la resignación del pueblo alemán y lo hace mediante una narración serpentina, que como el aludido crustáceo se adentra transversalmente en los sulfúricos arenales del nacionalsocialismo, con la convicción de que la verdad no radica unilateralmente en la razón de unos u otros, sino en la suma de las partes implicadas; que el sufrimiento no exime a nadie de un proceder criminal; que negarle a toda una nación el derecho a dilucidar su caída en los infiernos sólo promueve la mutilación del alma colectiva y la repetición de la locura, ya que como apunta Claudio Magris en El Danubio, no existe pueblo, raza o etnia que esté libre de culpa y por ende nadie puede arrogarse el derecho a erigirse en única víctima o en satanizar perennemente al prójimo.

De este punto de vista, A paso

de cangrejo es una recomendable crónica revisionista que podrá apaciguar los ánimos de los alemanes que se han considerado vituperados durante los últimos cincuenta años por la maldición que les condena a llevar "eternamente Auschwitz como una marca de culpa estampada a fuego", si bien como obra de creación se distancia de lo literario para resucitar como biografía moral, periodismo dentro del periodismo, manual de historia, e incluso como informe pericial. Más allá del pormenorizado relato y de unas cuantas perspicacias estilísticas, como hacer que la dirección de Internet filonazi sea válida y conduzca a la página web del propio Grass, funcionando a la vez como promoción del libro y soporte que en ocasiones toma las riendas y pasa a convertirse en eje de la exposición, con lo cual le permite una crítica a la equívoca virtualidad de Internet, o poder maniobrar sus incursiones en el tejido argumental a modo de separador de la conciencia entre el narrador inventado y el autor, es un texto disuasorio para con el ámbito narrativo, donde la construcción y la traducción se pierden en los marasmos de la voracidad coloquialista, como la chirriante voz andaluza (¿o es ladina?) de Tulla, la disfuncional progenitora de Paul, a mi entender opción dialectal contraproducente que desentona del contexto y lacera la concentración del lector. Por el contrario, en el contexto político se trata de una lectura obligada si se quiere comenzar a conocer el fondo humano de la parte derrotada a la que se ha intentado despojar de su humanismo para castigar los actos de lesa humanidad de un sector de su sociedad, un rastreo donde importa más la reverberación moral de su contenido que el desgastado ajuste de cuentas con la ficción, tan distante con el ligero Cinco decenios, y no obstante perfecta prolongación, que muestra la faceta poética y plástica a través de fotos, ilustraciones, reproducciones y traducciones de un Grass autobiográfico menos conocido y al natural.

Al escritor alemán se le podrá objetar que no haya sido más literato, tajante para con las tesis imperantes o menos condescendiente para con sus antagonistas, si bien todo podría formar parte de una dinámica mimética con la estrategia engañosa del cangrejo, quien tras afirmarse en su posición desaparece salomónicamente en el mapa de la disensión, por lo que la controversia, lejos de avivarse, sólo queda para ser inflamada por reducidos grupos de refractarios defensores de la memoria unívoca.

A paso de cangrejo. Günter Grass. Traducción de Miguel Sáenz, con la colaboración de Grita Loebsack. Alfaguara. Madrid, 2003. 244 páginas. 17,50 euros. Cinco decenios. Günter Grass. Traducción de Miguel Sáenz, con la colaboración de Grita Loebsack. Alfaguara. Madrid, 2003. 127 páginas. 16,50 euros. Com els crancs. Günter Grass. Traducción de Joan Fontcuberta. Edicions 62. Barcelona, 2003. 190 páginas. 18 euros.

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