El pensamiento sobre el papel
En la exposición Espíritu de la modernidad: de Goya a Giacometti (obra sobre papel de la colección Kornfeld) se exhiben 82 obras de 17 artistas diferentes, todos ellos figuras fundamentales del arte contemporáneo, empezando por el propio Goya, que justamente es considerado como uno de sus primeros fundamentos. Este selecto conjunto, formado por 78 dibujos y 4 esculturas de bronce, pertenece a la colección de Eberhard W. Kornfeld, de Berna, uno de los muchos y buenos coleccionistas de Suiza, un país sobre el que ahora llueven en Madrid iniciativas de todo tipo al dictado de Arco, la feria de arte contemporáneo que se ha convertido en el referente artístico de nuestro país.
En relación con la muestra que nos ocupa no creo que ya sea necesario ponderar, en general, ni el valor y significado que tienen hoy las colecciones particulares, ni, por supuesto, la importancia que debe concederse al dibujo, donde se manifiesta mejor el pensamiento del artista, porque hay en él menos trabas objetivas y subjetivas. En cuanto a la selección de lo que se exhibe ahora en Madrid, hay que señalar, en primer lugar, la notoriedad de los artistas presentes, entre los que nos encontramos con nombres capitales del siglo XIX -Goya, Degas, Pisarro, Seurat, Redon, Klimt- y otros tantos del XX, como Picasso, Schiele, Modigliani, Brancusi, Mondrian, Klee, Léger, Chagall, Kirchner, Grosz o Giacometti; pero también cabe señalar, en segundo, desde una perspectiva más ajustada a lo que significa el dibujo en el desarrollo del arte contemporáneo, un interesante esbozo de cierta historia de la línea, tal y como Ingres planteó en su "abstracto", parte de cuyos efectos se dejaron sentir hasta en la creación del cubismo.
ESPÍRITU DE LA MODERNIDAD: DE GOYA A GIACOMETTI
'Obra sobre papel de la colección Kornfeld' Fundación Juan March Castelló, 77. Madrid Hasta el 8 de junio
En este sentido, importaría aquí más la presencia de Ingres que la del genial Goya, cuya modernidad, sin embargo, no está tan circunscrita, pero, al margen de esta ausencia, con quienes sí nos encontramos es con Degas, maravilloso dibujante y rendido admirador del maestro de Montauban, así como con el no menos fascinante dibujante Georges Seurat. Esta tradición moderna también la encontramos reivindicada en el XX a través de Picasso, Modigliani, Léger y Brancusi. Pero junto a este patrón, hay en la selección de la muestra que nos visita otro, el de la tradición germánica o nórdica, que tiene también una muy singular sustancia propia, porque no hay que olvidar ese dibujo de línea dura que arranca desde Durero y llega hasta los expresionistas centroeuropeos del XX, entre los que nos encontramos con los austriacos Klimt y Schiele, los alemanes Kirchner y Grosz, el suizo-alemán Klee y el holandés Mondrian. La confluencia de estas dos líneas en paralelo se explica, en el caso que nos ocupa, al ser Kornfeld un coleccionista suizo, un país donde, como es sabido, conviven las culturas germánicas y las latinas. Por último, también está presente el suizo Alberto Giacometti, cuya importantísima labor como escultor no oscurece en absoluto la de su obra dibujada y pintada, sobre todo, con sus retratos, algo que conviene resaltar porque en la muestra hay un notable retrato del propio Kornfeld.
Por lo demás, aunque quizá parezca exagerado buscar patrones conceptuales para armar con cierto sentido lo que, al fin y al cabo, no deja de ser una selección antológica a partir de una colección privada, no me parece inadecuado forzar las cosas para orientar mejor el aprovechamiento de lo que se exhibe. No obstante, sea como sea, hay excelente materia artística de sobra para que el buen aficionado disfrute, sin más problemas, con lo que hay, contemplando cada dibujo en sí y de por sí.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.