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Vivir en el barrio del Carmen

Nuestro Centro Histórico, la Ciutat Vella de València, ha sido la opción de vida elegida por un grupo, no excesivamente numeroso de habitantes de esta ciudad. A pesar de la degradación secular de nuestro casco antiguo, diversos proyectos hicieron resurgir en parte la ilusión por la recuperación de nuestro Patrimonio. Hubo una apuesta, teórica, de la Administración por regenerar todo un espacio urbano, por vivir en un entorno con raíces en nuestro pasado, por una forma de sentir la ciudad. A pesar de la millonaria inversión, la atracción hacia el centro no ha sido la deseada, y estamos aún lejos de la recuperación demográfica de este entorno.

La recuperación de los Centros Históricos pasa porque tengan vida, es decir, que junto a la recuperación de los monumentos, de los espacios, es necesario que la gente habite en esos barrios. Es más, nuestra ciudad, con un Casco Antiguo de una superficie importante, no puede perder de vista esta perspectiva. Lo contrario sería condenar el centro de la ciudad a un espacio con vacío demográfico, con todo lo que ello comporta de inseguridad ciudadana y demás problemas.

Hace unos años los planes de rehabilitación comenzaron a hacer real estas posibilidades de recuperación. Con ello, vecinos que ya vivían en los barrios del centro, y otros procedentes de otras zonas de la ciudad optaron por la rehabilitación y compra de sus pisos. A lo largo de estos años, los problemas de estos barrios han continuado (zonas de prostitución, de menudeo de droga, de exceso de ruidos...). A pesar de todo ello los vecinos han resistido.

Pero, al igual que en otros lugares de la ciudad, la inseguridad se ha instalado entre los vecinos del Barrio del Carmen ante el nuevo Plan de actuación en el barrio. Esta inseguridad obedece a la improvisación, a los cambios de planificación, a la falta de ideas claras respecto a la recuperación del Centro Histórico. Por una parte los deseos de dotar a los barrios de unos servicios deseables, por otro la articulación de espacios museísticos en edificios y entornos, todo muy loable. Pero da la casualidad que en ocasiones estas actuaciones se realizan precisamente sobre zonas habitadas, y no sobre las degradadas. El Plan RIVA articuló una serie de Unidades de Actuación en diversas zonas, por ejemplo la del Barrio del Carmen. Sobre el proyecto estaban claras las zonas de actuación, los espacios verdes, las plazas, las zonas residenciales. A la vista de esta planificación se animó a los vecinos a que rehabilitaran sus casas, se trató de que nuevos habitantes llegaran al barrio. Así lo hicieron, muchos optaron por ello, y otros vinieron con el atractivo de la rehabilitación y la calidad de vida. Con todo ello estamos muy lejos de la recuperación demográfica.

Sin embargo en este momento la modificación del Plan supone cambios radicales en esas Unidades de Actuación por parte del RIVA. Así, al parecer, se da la paradoja de que en zonas en las que prácticamente la administración no ha invertido, se pretende en un nuevo empuje actuar sobre edificios en los cuales viven numerosas familias y que además han rehabilitado su piso con ayuda del RIVA. Es decir, que familias que han elegido fijar su residencia en estos barrios, que han comprado y rehabilitado los pisos, que se han hipotecado de por vida, ven cómo ahora la administración pretende que dejen sus casas. La pregunta sería: ¿cómo es posible que el Plan RIVA sitúe sobre el plano edificios públicos y espacios privados y al cabo de unos años pretenda cambiar este uso precisamente sobre espacios que han sido rehabilitados por los particulares? De ser así, en ese momento se habría roto la seguridad que un particular requiere para su propiedad. ¿Cómo va alguien a comprar o rehabilitar un piso en el Centro Histórico, si no tiene la más mínima seguridad de que en unos años el RIVA, la administración o quién sea, pretenda obligar a dejarlo porque quieren imponerle otros uso? Nos consta que en este momento hay personas que han paralizado sus proyectos de rehabilitación, otros no realizarán la inversión en su piso para vivir en el centro. Y otros muchos padecen la angustia de ver cómo su proyecto de vida en el Centro Histórico, su propia vivienda, peligra.

Nuestros políticos ¿han pensado en que uno de los elementos clave sobre la recuperación del Centro Histórico, para la atracción de población al mismo, es la seguridad? Seguridad en que los planes aprobados no van a ser cambiados al cabo de unos años. Y sobre todo seguridad en que la Administración respete sus propios proyectos. Quien ha comprado y rehabilitado su piso con esfuerzo e ilusión, lo ha hecho porque ha elegido esa opción y no otra, porque ha hecho caso a la Administración y contribuido a la recuperación del Centro Histórico, y desea vivir por muchos años en el lugar elegido: su casa. Hay mucho que hacer aún en nuestra Ciutat Vella, contribuyamos entre todos a la conservación, a la rehabilitación, a la protección de nuestro legado, a que la historia esté viva. Que sea la Administración la primera que actúe en consecuencia. Los vecinos del Carmen han mostrado su opinión con el rechazo y exigencia de la retirada del Plan. Se trata de actuar a favor del Patrimonio respetando la vida que se desarrolla en su entorno. Los ciudadanos son los primeros elementos a proteger y en última instancia son los que dan significado al Patrimonio Histórico.

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Josep Montesinos es profesor de la Universidad de Valencia.

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