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COMUNICACIÓN DE LA CIENCIA | Publicación de artículos

Médicos y biólogos retan con Internet al sistema de revistas

U n grupo de destacados científicos está organizando un reto electrónico para las principales publicaciones científicas, acusándolas de detener el avance de la ciencia por restringir el acceso electrónico a sus artículos para poder cosechar más beneficios. Apoyados por una subvención de nueve millones de dólares de la Fundación Gordon y Betty Moore, los científicos anuncian la creación de dos publicaciones electrónicas sobre biología y medicina (con el sistema habitual de revisión entre pares de los resultados de investigación que se presenten) para reunir los mejores artículos científicos y depositarlos inmediatamente en el dominio público.

Al proporcionar una alternativa muy visible para lo que ellos consideran un sistema de distribuir información pasado de moda, los fundadores esperan transformar la ciencia. Las dos publicaciones son las primeras [en biomedicina] de lo que ellos ven como una inmensa biblioteca electrónica en la que nadie tiene que pagar ni pedir permiso para leer o utilizar el producto colectivo de la investigación mundial.

Publicaciones como 'Science' y 'Nature' cobran altas suscripciones
Para la mayoría de los científicos el objetivo consiste en divulgar su trabajo lo más posible

"El registro escrito es la sangre de la ciencia", dice Harold E. Varmus, premio Nobel de Medicina y presidente del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, que preside la nueva editorial sin ánimo de lucro. "Nuestra capacidad de profundizar en lo antiguo para descubrir lo nuevo se basa en la forma en que hacemos públicos nuestros resultados".

En cambio, publicaciones consolidadas como Science y Nature cobran cuotas de suscripción consideradas por muchos exorbitantes y prohiben el acceso a sus ediciones electrónicas a los que no están suscritos, aunque hace poco Science empezó a conceder acceso electrónico gratuito a los artículos un año después de su publicación.

La nueva aventura editorial, Public Library of Science, es consecuencia de muchos años de fricciones entre científicos y publicaciones sobre quién debe controlar el acceso a la literatura científica en la era electrónica. Para la mayoría de los científicos, que normalmente ceden a las publicaciones sus derechos de autor sin recibir compensación alguna, el objetivo principal consiste en divulgar su trabajo lo más posible.

Los editores académicos alegan que si dejaran que se dispusiera más fácilmente de los artículos, perderían los ingresos por suscripción que necesitan para garantizar la calidad del proceso editorial. Según ellos, lejos de detener el avance de la ciencia, las publicaciones han desempeñado un papel crucial en su progreso, como depositarias de confianza de importantes descubrimientos.

"Tenemos unos criterios muy altos, y resulta un tanto caro", dice Donald Kennedy, director de Science. "Nos guste o no, nos movemos en un mercado". Science calcula que 800.000 personas leen la revista electrónicamente, en comparación con los 140.000 ejemplares de la versión impresa. Teniendo en cuenta el número de descargas en universidades como Harvard y Stanford, que compran licencias por unos 5.000 euros al año, según la revista, la gente lee los artículos por unos pocos céntimos.

En muchos casos, incluso esos pequeños cargos por artículo para acceder a una base de datos digital pueden suponer unos ingresos sustanciosos. El año pasado, el grupo industrial holandés-británico Reed Elsevier Group, la mayor editorial académica mundial, anunció un 30% de beneficios en su actividad de publicaciones científicas. Science se llevó 34 millones de euros el año pasado sólo en publicidad.

Pero los que apoyan la Public Library of Science afirman que lo que importa no es cuánto dinero obtienen las publicaciones, sino su control monopolizador sobre una literatura que debería pertenecer al público. "Estaríamos encantados de que tuvieran inmensos márgenes de beneficios siempre y cuando, a cambio de todo ese dinero que les damos, fuéramos nosotros los propietarios de la literatura, y no ellos", afirma Michael B. Eisen, biólogo de Lawrence Berkeley National Laboratory y de la Universidad de California, y fundador de Public Library of Science.

Los que están a favor de la biblioteca sostienen que cuando los científicos utilizaban las publicaciones impresas para divulgar su trabajo tenía sentido cobrar por el acceso, porque cada ejemplar suponía un gasto adicional. Pero en una era en la que Internet ha reducido prácticamente a cero los costes de distribución, ya no es necesario un sistema que otorga a las revistas derechos exclusivos sobre la distribución.

Al publicar por Internet y renunciar a los beneficios, la nueva empresa dice que ahora será posible mantener una publicación de gran calidad sin cobrar cuotas de suscripción.

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