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Reportaje:

El Carme, la alternativa a Colón

La apertura de tiendas singulares para gente joven confiere una nueva imagen al casco antiguo de Valencia

Ferran Bono

"Por aquí no venía nadie. Si acaso entraba algún vecino pidiendo cosas como peinetas o ligas". Pero las cosas están cambiando. Ahora, por la tienda de Ángela, Bugalú, y por otras muy cercanas, pasan jóvenes de todos los barrios de Valencia. Ya no sólo se acercan al centro histórico en busca de diversión nocturna. Ahora se va de compras también. En el último año y medio se han abierto numerosas tiendas, sobre todo de ropa y zapatos, pero también de discos, muebles, bisutería, cerámica, piercing, artesanía, complementos, y otros objetos variopintos, la mayoría de diseño.

Son de tamaño pequeño y les une la voluntad de ofrecer un producto distinto, alternativo, orientado fundamentalmente a un público joven, urbano, mundano, que ha salido por ahí. De alguna manera, algunas calles en torno a las plazas del Tossal, del Collado y de Lope de Vega

"Ha cambiado todo de un año a esta parte. Viene más gente y hay más tiendas"
La ropa y los zapatos importados o de nuevos diseñadores, principal reclamo

, en el triángulo formado por los barrios de El Carme (que por extensión se emplea a menudo para mencionar el centro histórico), del Mercat i la Seu-Xerea, se están conformando como una alternativa a la comercial, convencional y masiva calle Colón de Valencia. Una suerte de Off-Colón, que funciona por el boca a boca.

"Es una opción distinta, de ropa alternativa, porque sería un error intentar competir con Zara, por ejemplo", dice Ángela, cuya tienda abierta hace seis años en la calle de los Derechos fue una de las pioneras, junto a Akelarre. Una opinión compartida por Yole, propietaria de la tienda Diverso y versátil en la calle Alta. "Todos somos coleguitas en esta calle, de la que si quieres no sales: puedes comprar comida, ropa, condones y tomarte una copa", añade.

"Ahora no hay tantas facilidades para abrir bares y es verdad que se están abriendo tiendas poco a poco. Yo quería un local y por la aceptación de la gente y por el tipo de artículo que vendo, me instalé aquí", señala Nacho, de La Condonería. Su amigo Sergio interviene en la conversación: "Ya era hora que Valencia se modernizara un poco. Antes no llegaba nada y tenías que irte fuera para comprar cosas diferentes".

No se trata de ningún fenómeno nuevo. En Barcelona ya hace años que su centro histórico alberga este tipo de comercios más alternativos. En Madrid ha sucedido lo mismo en torno al barrio de Chueca y la calle de Fuencarral. Nueva York y Londres son referencias claras. "Pero no Oxford Street sino el Soho", apostilla Ángela al respecto.

En Valencia empieza a suceder algo similar. La oferta es muy variada, así como los precios. Yole apunta que, por ejemplo, la calle de Bolsería, es una zona más pija, pero "está bien, porque lo importante es la fusión, que haya de todo". En esa vía, que paso a paso rehabilita sus deteriorados edificios se ha instalado una tienda Custo Barcelona, del diseñador de las camisetas que causaron estragos en Nueva York hace unos años. Es sintomática esta apuesta por el barrio, si bien la firma tiene la política de instalar sus tiendas en los cascos históricos.

Justo enfrente está emplazada la peluquería Kibutz, que también ofrece sus servicios los fines de semana en horario nocturno. Sus jóvenes clientes lucen cortes y peinados de lo más alternativos y actuales. Contrasta esta imagen con la de algunos comercios tradicionales que venden complementos y extensiones. Aunque algunas tiendas de toda la vida no van a la zaga, como la recoleta mercería de la calle de En Trench, que exhibe también unos cuadrados muy poperos y rompedores pintados por el propietario.

Parece que hay una sana convivencia con los vecinos, según aseguran algunos de estos nuevos propietarios, muchos de los cuales viven en el barrio de El Carme, que poco a poco se está rehabilitando. "No hay ningún problema con la gente del barrio. Es más, los comercios no provocan molestias, sino que aportan vida", comenta Jorge, de la joyería artesanal y creativa 8 M2. "Los vecinos están encantados de que haya vida por el día, y de que no haya sólo bares", apunta Ana, de la tienda de ropa, zapatos y complementos Bacilococo, apellidada con humor only fashion victims, en la calle de Calatrava. También Ángela y Yole se expresan en el mismo sentido respecto a sus relaciones con el vecindario. Y Vicente, que abrió hace unos años Studio, una tienda de muebles de los años sesenta y setenta en la citada calle.

"Ha cambiado todo de un año a esta parte. Hay más tiendas y viene más gente. Se crea muy buen ambiente, se comparte un mismo tipo de público con inquietudes y se está perdiendo el aspecto rancio de antes", explica. "Todos llevamos el mismo rollo", agrega Ana, sintetizando el vínculo que define a estos nuevos comercios.

Tanto ella como su compañero en el negocio, Antonio, destacan que se ha notado en el ambiente la influencia de los cada vez más numerosos erasmus (estudiantes universitarios europeos) y de la apertura de un hotel destinado fundamentalmente para jóvenes (Home Youth Hostel).

Como Fuencarral o el Born barcelonés. Ése es el ambiente que se está dan do en Valencia, a juicio de José Miguel, de la tienda originaria de Ibiza Sunset, que ahora se ha instalado también en una esquina de la plaza del Tossal. "La gente está un poco harta de las zonas típicas: quiere un moda más moderna, más alternativa y el precio es medio-alto. Si quieres algo bueno y diferente se paga, claro", añade.

Los precios son variables: hay tiendas de ropa barata, pero la mayoría se sitúa en la gama media o media-alta. Algunos de los productos que se pueden encontrar son: zapatos botas y zapatillas ilicitanas, pero que salen de fábrica directamente a la exportación, marcas americanas o londinenses, ropa de jóvenes diseñadores tanto valencianos como del resto de España y Europa, el disco más buscado de soul o incluso un artefacto de diseño supercool inventado por Ferran Adrià, el cocinero del restaurante El Bulli, para realizar sorbetes.

Además de las tiendas ya señaladas, hay otras como Mil ranas, Delito, El mercado de la pulga, La moda me incomoda, Terracota, Drácula, Jacuna Matata, Monki, Shop-suey o Mardrigass, por poner algunos ejemplos. Las tiendas más veteranas empezaron pagando un alquiler asumible. Ahora, las cosas también están cambiando en este sentido. ya están empezando a subir los precios de alquiler. No podía ser de otra manera en una zona como el centro histórico donde la especulación campa a sus anchas y los precios de la vivienda se han disparado, a pesar de sus graves carencias. Algunas de estas pequeñas tiendas están ubicadas bajo fincas casi ruinosas y junto a solares abandonados. Pero no hay duda de que algo se está moviendo en la parte vieja de Valencia.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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