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Reportaje:ESCAPADAS

Vida portuaria en la antigua Roma

Ostia Antica recuerda el dominio marítimo de los césares

Los restos de termas, bloques de pisos de tres o cuatro alturas (insulae), oficinas, templos de diversas religiones, incluidas la cristiana y la judía, el foro, etcétera, ayudan a imaginar el bullicio que debió de reinar en su época de máximo esplendor, cuando, tras construir Trajano a unos dos kilómetros un nuevo puerto, llegó a contar con unos 60.000 habitantes. Responde al esquema característico romano de dos ejes principales: el este-oeste, o decumanus maximus (su prolongación, la Via Ostiensis, llegaba a Roma); y el norte-sur, cardo maximus, cuya intersección origina el centro político y religioso de la ciudad. El primer eje, paralelo al antiguo curso del río, fue el que se desarrolló, de manera que Ostia acabó teniendo una forma alargada. El decumanus va desde la entrada, la puerta Romana, precedida por la Necrópolis, hasta el límite de la ciudad, la puerta Marina, junto a la antigua línea de costa, y determina, lógicamente, el recorrido. Camino por él, mirando pinos, cipreses, ruinas de ladrillo, restos de columnas y de mármoles, de estatuas sobre pedestales, y de vez en cuando tuerzo por alguna de las calles transversales. Admirando los mosaicos de las termas de Neptuno, figuras negras y fondo blanco, en una composición llena de curvas y movimiento, pienso que la vida en Ostia debió de ser muy semejante a la de una ciudad actual, con sus viviendas de alquiler, sus restaurantes, sus tiendas y almacenes, sus talleres... Un mundo en algunos aspectos más exquisito y desinhibido que el nuestro, y en otros, más violento e injusto.

Desde las gradas superiores del teatro se tiene una buena vista de la ciudad. Tras el escenario, junto al que hay unos mascarones de mármol, está la plaza de las Corporaciones, alrededor de un templo. Los mosaicos (barcos, ánforas, animales salvajes) aluden a las actividades de las diferentes oficinas y comercios. Al oeste se halla el Mitreo de las Siete Esferas. Rectangular, oscuro, al fondo está la escultura de Mitra Tauróctono (sacrificando al toro), copia del original, custodiado, con otras muchas esculturas y algunas pinturas, en el museo. A partir de finales del siglo III el culto mistérico de Mitra (muy extendido entre comerciantes y soldados) decayó, quizá porque, al contrario que el cristianismo, no admitía entre los fieles a las mujeres.

El Thermopolium

Enfrente de la Casa de Diana, con restos de frescos, está el Thermopolium, una taberna con cocina, fregadero, horno, mostradores y un patio con fuente para el buen tiempo. Dos turistas alemanas sacan de la mochila el almuerzo y colocan las latas sobre un mostrador. Al principio me molesta, pero rápidamente comprendo que no podían haber encontrado lugar más a propósito para la pitanza. Cerca está la Insula dei Dipinti, con restos de un gran mosaico en una de las paredes del patio central, y, tras buscar durante media hora el fresco mural de Júpiter y Ganímedes, descubro con enojo por qué no lo encontraba: el acceso está cerrado, y es necesario un permiso especial para verlo (típica jugarreta italiana).

Dejo atrás el foro, la curia, el Capitolio. Mi objetivo es ahora las termas de los Siete Sabios, con el gran mosaico de una cacería (tigres, antílopes, leones, asnos, entre hojarasca). Tras observarlo, busco el fresco con la representación de los sabios de Grecia, en una pequeña dependencia contigua. También aquí el acceso está cerrado. Aprovecho que no hay nadie, y, sin que sirva de precedente, frustrado por no haber visto a Júpiter y a su copero, salto. Tropieza la punta del zapato con el travesaño superior de la puerta metálica, y no me mato porque Mitra no lo quiere. Aterrizo bien, sin embargo, y como premio a mi pequeña fechoría veo el fresco. Gracias a una guía, que no a mis rudimentarios conocimientos de latín, sé que las leyendas son jocosas; por ejemplo: "Para defecar bien, Solón se palpaba el vientre". También hace falta un permiso especial para entrar en los pisos que dan nombre a la Insula delle Volte Dipinti (de las Bóvedas Pintadas). En este caso, una puerta demasiado alta y terminada en amenazadores pinchos me convierte en un ciudadano respetuoso de las normas. Me consuelo subiendo a una terraza, en el mismo bloque de viviendas, desde la que se domina Ostia: el verdor de la vegetación, el trazado de las calles, los restos de mármol y ladrillo.

Torno al decumanus maximus, y llego al final. A su vera, cerca del sepulcro de Cartilio Poplicola, en el foro de la puerta Marina, me siento y saco el bocadillo en el que llevo un rato pensando, dispuesto a disfrutar de una frugal comida campestre entre cipreses y trozos de columnas. Lo que antes era la línea de costa es ahora una carretera, y los trinos de los pájaros parecen luchar para imponerse al zumbido del tráfico. Y mientras doy cuenta del bocadillo, pienso que esa lucha entre naturaleza y cultura es semejante a la de las ruinas por aflorar y sobreponerse al paso del tiempo, o a la que hay en el interior de todos los hombres.

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Cómo llegar

- Iberia (902 400 500) vuela directo a Roma, con salida desde Madrid y Barcelona, en febrero, por 156,99 euros con tasas incluidas.

- Alitalia (902 100 323), en febrero, directo desde Madrid y Barcelona; vía Milán, desde Valencia y Málaga, por 163 euros (tasas incluidas).

- Air Europa (902 401 501), directo desde Madrid, desde 150 euros más tasas, hasta finales de marzo.

- Ostia se encuentra a 37 kilómetros en carretera del centro de Roma (a unos 30 del aeropuerto).

- Línea ferroviaria Roma-Lido. Se toma el tren en la estación de Pirámide. El billete es el mismo que se usa para el metro, los tranvías y autobuses urbanos. El trayecto dura unos 25 minutos. Precio: cuatro euros (comunitarios menores de 18 años y mayores de 65, gratis).

La visita

- Recinto de Ostia Antica (00 39 06 56 35 80 99). Via dei Romagnoli, 717. Cierra los lunes. Horarios: de 8.30 a 16.00 horas. Precio: cuatro euros, que incluye la entrada al museo.

Información

- www.ostiaonline.it.

- Turismo de la ciudad de Roma (0039 06 48 89 92 53), de la provincia de Roma (0039 06 42 13 81).

- Turismo de Italia en Madrid (915 59 97 50 y www.enit.it).

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