El antihéroe
Jules, Amédée, François Maigret, nacido en 1984 en Saint-Fiacre-par-Matignon (Allier), de hecho en Paray-le-Fresil, a pocos kilómetros de Moulins (Francia). Edad: 45 años, edad que conservará durante cuarenta años; comisario divisionario de la Policía Judicial, futuro jefe de la Brigada Criminal. Quai des Orfebres, París.
Maigret aparece por primera vez en Tren de noche (1930), una de las últimas "novelas populares" de Christian Brulls -uno de los 21 seudónimos de Simenon-, si bien su entrada oficial en la literatura coincide con la publicación de Pietr el Letón, en mayo de 1931, escrita en Morsang (Holanda), a bordo de la gabarra Ostrogoth, en la que aparece por primera vez la firma de Georges Simenon.
En total, 103 aventuras entre novelas y cuentos, hasta llegar, en 1972, a Maigret y el señor Charles, en que el personaje hace mutis. El primer Maigret (ciclo 1930-1933) es un tipo de un metro ochenta que supera los cien kilos de peso. De pelo castaño, con alguna que otra cana, viste un traje de sarga oscuro, abrigo oscuro con cuello de fieltro, sombrero hongo y calza botines. Al parecer, de joven había estudiado medicina en Nantes, pero lo dejó para entrar en la policía. Maigret no es ningún héroe, más bien todo lo contrario. Maigret, antes que nada, es un funcionario.
Sus armas son el olfato y la paciencia. Puede perder horas, días enteros tras un sospechoso. Una vez da con él, su principal preocupación consiste en sonsacarle una confesión. Todos acaban confesando. Tal es el cometido del comisario, no demasiado alejado del de un psicoanalista, el cual "se esfuerza en descubrir a un hombre su verdadera personalidad", como apunta Maigret en La cabeza de un hombre. Maigret no juzga: está ahí para comprender y, en última instancia, para enderezar destinos, vidas truncadas. Para juzgar ya están los magistrados, con los que Maigret no siempre está de acuerdo, entre otras razones porque es contrario a la pena de muerte (los tres ciclos de Maigret transcurren bajo la guillotina).
Con todo, no es ningún modelo de policía. Es alcohólico, fuma -la pipa- como un condenado, reparte alguna que otra torta durante los interrogatorios y es un pelo racista, o si se prefiere, políticamente incorrecto.
Tiene por esposa a una pobre víctima alsaciana, encantada de serlo, que lo mima con sus estofados de ternera y sus pollos al vino, y jamás lo molesta con preguntas inoportunas. No tienen hijos (perdieron una hija, siendo una niña). Son, en París, dos exponentes de la Francia profunda. Maigret, hasta bien entrados los años sesenta, es una figura emblemática de la Francia "eternelle" (¿gaullista?). Un tipo del que no sabremos nunca qué demonios hizo durante la Ocupación, pero que sigue ahí, escéptico, cumpliendo con su deber, incluso más allá de su deber.
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