Regeneración barcelonista
La salud del Barça es tan delicada que la directiva ha decidido resguardarle por igual de un resfriado que de un infarto. A cada requerimiento, la junta responde de manera tan desproporcionada que acaba por legitimar la petición sin reparar en su importancia o conveniencia. Así ha ocurrido con la propuesta de moción de censura cursada por Fusté, impecable desde el punto de vista de la estrategia, porque le sitúa como árbitro entre Gaspart y Bassat. Pero contemplada desde una perspectiva institucional, resulta cuanto menos cuestionable, por no decir electoralista, más que nada por el momento, que coincide con la convocatoria de una asamblea extraordinaria de socios, la presentación de un jugador del calibre de Sorín y el debut como entrenador de Antic, sustituto de Van Gaal, curiosamente amigo íntimo de Fusté. Ocurre, sin embargo, que la junta ha contestado de forma tan desafortunada y contraria a la naturaleza de la entidad que ha agrandado la sospecha de que Carrillo era un submarino de Gaspart cuya única misión era blindarle frente a cualquier intento de la oposición por derrocarle. Igualmente desmesurada parece la estrategia de la junta para evitar el cierre del Camp Nou como preocupante es su empeño en descalificar cualquier muestra de descontento que se produzca fuera de los cauces que considera oficiales. A falta de diálogo se ha entrado en una judicialización de los asuntos que tiene perpleja a la hinchada, incapaz de comprender al gobierno y a la oposición: a mayor aprieto, más se enroca Gaspart, así que difícilmente tendrá un gesto de grandeza como sería el de convocar elecciones.
Gaspart ha hecho de la presidencia una cuestión de honor personal, y consecuentemente será difícil que se mueva de la UVI mientras haya tormenta. No es extraño, consecuentemente, que quienes piden ahora su cabeza sean mayoritariamente los que le votaron, como es el caso de Fusté. "Nosotros le pusimos; a nosotros nos toca pues quitarle", vienen a decir ante el escepticismo de la gente de a pie, sabedora de que quienes hoy acusan a la directiva de interpretar interesadamente los estatutos son los que les enseñaron a manipular las asambleas. No preocupa el club sino su gobierno. De ahí que los problemas sean siempre los mismos y tantos los candidatos que compiten. La regeneración del Barça es muy difícil con carne de la misma carne.
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