Rosario Conde, la primera esposa de Camilo José Cela
La primera esposa de Camilo José Cela Trulock, Rosario Charo Conde Picavea, murió ayer, a los 88 años de edad, en su domicilio de la Bonanova, en Palma de Mallorca, según informó su único hijo, Camilo José Cela Conde, con quien convivía. La fallecida cedió la mitad del legado con que el literato creó la Fundación Cela de Iria Flavia y ha preservado las cartas que el novelista le mandó durante el noviazgo, con la indicación de que sólo después de su desaparición las podrá leer su hijo: quizá son las únicas letras originales que permanecen inéditas de CJC.
Esta mujer nacida en Gijón, seria y discreta, siempre en la sombra o en segundo plano, convivió 45 años con el literato que llegó a Premio Nobel de Literatura. Fue ella su primera lectora -y mecanógrafa- de los intrincados manuscritos y quien cuidó de que el escritor dispusiera de la tranquilidad y de la intendencia para asegurarse una poderosa aventura creativa y, a la vez, el activismo social del personaje.
Charo Conde fue un ancla, la pantalla del autor profesionalizado y la tutora de la gran tribu literaria y social que Cela convocaba con asiduidad. "Ella manejaba todo el archivo, atendía visitas y huéspedes, ponía orden, y todos los días pasaba a limpio los originales manuscritos, a veces usando lupa, para que a la mañana siguiente Camilo José Cela los corrigiera y los volviera a enredar", evoca sobre su madre el antropólogo Cela Conde.
De gesto serio y mirada bella, nunca apareció en el listado de la redacción de Papeles de Son Armadams, la mítica revista literaria, ni tampoco consignó sus colaboraciones en la producción de muchas obras e iniciativas. Tuvo manos de ángel ante un episodio de frustración narrativa de Cela, en Cebreros, cuando salvó del fuego el quinto original de La colmena. Años después, en Mallorca, zurció la tela del supuesto miró que apuñaló Cela cuando Miró renegó del mismo por falso.
"Nunca fui una esclava, hacía esto porque quería hacerlo", recordó Charo Conde a finales de enero de 2002, cuando, con motivo de la muerte de su ex esposo, recibió a EL PAÍS en la alcoba de su casa de Mallorca, tierra a la que dudó en viajar y de la que nunca se movería ya en él último medio siglo. Junto a un original dedicado a ella por Picasso, afirmó: "No tengo nada que perdonarle [a Cela]. Crees haber asumido la muerte y luego resulta que no has asumido nada", dijo.
Al quebrarse el matrimonio Cela-Conde en 1989, cuando el autor de La colmena conoció a la locutora Marina Castaño -con quien se casó y vivió más de una década, hasta morir en 2002-, Charo Conde se retiró aún más y evitó acudir a Estocolmo a la ceremonia de entrega del Nobel. Se consumó la separación, disolución de la sociedad de gananciales, divorcio y nulidad del matrimonio y Rosario Conde, una persona de creencias, aceptó la nulidad eclesiástica y no dejó de pensar que "la Iglesia hizo muy mal".
En 1977 el escritor había explicado su relación de pareja: "Mi matrimonio viene durando perfectamente bien desde 1944, y te diré la razón: fue un matrimonio de conveniencia, como deben ser todos los matrimonios".
Camilo José Cela y Rosario Conde se vieron por última vez, en Mallorca, con motivo del bautizo de su nieta Camila, el 8 de septiembre de 1989. El impago reiterado por parte del ex marido de la dieta de divorcio pactada (unos 5.000 euros mensuales) motivó una acción judicial de los abogados de la viuda, que ha muerto sin ver resarcida la cuantiosa deuda acumulada.-
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