Aviso para Schröder
El canciller Gerhard Schröder sabía que las primeras elecciones regionales después de las generales, que se disputaban en los Estados federados de Hesse y Baja Sajonia, iban a significar dos derrotas sin paliativos para su partido, tras la calamitosa entrada en la legislatura de 2002. Nadie puede atribuirlo a los méritos de una oposición más bien confusa y atribulada, con pugnas de liderazgos, pero también jefes tan brillantes como el propio vencedor en Baja Sajonia, Roland Koch, que se sitúa en excelente posición para intentar la candidatura a la cancillería por los conservadores. Tiene más que ver con el desastre de gestión de la coalición entre socialdemócratas y verdes y con la imagen de falta de rumbo que han logrado infundir a una sociedad que busca orden y dirección sin encontrarla. Alemania necesita liberarse de las rigidices que hacen que el país central de la UE sea también hoy el estructuralmente más antiguo de la Unión Europea.
Apenas seis meses después de la victoria en las urnas, el Gobierno de Schröder y Fischer cosecha derrotas abismales en Estados como Hesse y Baja Sajonia, que en su día fueron santuarios de la izquierda. Los márgenes de maniobra política del canciller se verán estrechados tras estos resultados, que amplían la mayoría conservadora en el Bundesrat, la Cámara alta, que debe dar luz verde a toda la legislación que afecta a los länder o Estados federados. Schröder deberá ahora obtener el consenso de la CDU-CSU para hacer pasar muchos de sus proyectos legislativos, en lo que se prevé una especie de gran coalición encubierta.
Nadie duda de que la CDU y la CSU actuales sólo pueden cosechar éxitos donde la socialdemocracia se los regala. Y ésta lo hace con entusiasmo, según se ve en los últimos meses. Los resultados electorales de ayer son una clara humillación para los socialdemócratas en dos Estados donde la cultura de la lucha igualitaria y social tiene más de un siglo de historia, pero también una última advertencia al tándem rojo y verde para que no siga retrasando las reformas imprescindibles que necesita este país con la economía estancada y con cuatro millones y medio de desempleados.
Los conservadores han conseguido amplias mayorías de gobierno en Hesse y Baja Sajonia. Pero Schröder ha ganado en todo caso la certeza de que el camino de la incertidumbre no le lleva sino a más desastres. Alemania es hoy el gran país enfermo de Europa por su indefinición y pusilanimidad a la hora del cambio. Quizás resultados tan rotundos convenzan a su Gobierno de que el futuro requiere más coraje.
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