_
_
_
_
Reportaje:

Conciertos sin partitura

Músicos, poetas y bailarines improvisan actuaciones en un festival internacional en La Casa Encendida

Ramón López toma las baquetas y se sienta ante la batería. La sala está repleta de público, pero no se oye ni una respiración, mucho menos una tos. El músico mira de reojo a los espectadores, que esperan impacientes la primera nota. Pero Ramón no va a ofrecer un solo de batería. Junto a él, está Christine Wodrascka, sentada detrás de un piano, frotándose las manos y muy concentrada en las teclas, porque no tiene partitura. "¿Una batería con un piano?; ¿y eso cómo se come?", susurra una mujer del público a su acompañante. Recibe como respuesta un codazo porque la función acaba de empezar. El silencio se ha roto con sonidos que no parecen música, pero que, de súbito, comienzan a entenderse. Ésa es la esencia de los conciertos que La Casa Encendida (ronda de Valencia, 2) ha ofrecido durante toda la semana a través del Festival Internacional de Improvisación Hurta Cordel: que ningún músico conozca al otro con el que debe ofrecer un concierto y que el resultado guste al público.

Ramón y Christine llevaban ventaja porque habían pisado juntos más de un escenario antes de pasar por La Casa Encendida. "Hemos propuesto dos tandas de conciertos: uno en el que los artistas prácticamente se conocen en el escenario, y el otro, con músicos, bailarines o poetas que ya han actuado juntos, pero que no llevan un guión preconcebido", afirma el organizador del festival y miembro de la Asociación Española de Improvisación, Víctor Díaz. A esta séptima cita se han apuntado artistas chinos, chilenos, australianos, japoneses, alemanes, españoles o ingleses, por citar sólo algunas nacionalidades. "Es gracioso ver en esta pequeña torre de Babel los problemas de comunicación que existen porque cada uno habla un idioma, y sin embargo, con el primer acorde todos parecen transmitir un lenguaje común", explica Díaz. Mas no se trata únicamente de que la sensibilidad del poeta tenga que llegar a un acuerdo con la del bailarín, por poner un ejemplo. Además, los artistas han de conquistar la atención del respetable. Y eso lo consiguieron, el martes pasado, el chileno Rolando San Martín y la madrileña Lola Jiménez con pasos de baile espontáneos. Construyeron bellas escenas, al dictado de los versos de un poeta leonés, el ritmo que propuso un percusionista noruego, los acordes de un guitarrista gallego, las notas de una flautista alemana y otra italiana, y la melodía que regalaron las cuerdas de un solista chino. Los 50 minutos de actuación acabaron con otro concierto: el de los aplausos de los asistentes. "Otro espectáculo que también consiguió una gran aceptación fue el de Américo Rodrigues, un poeta portugués que el jueves estuvo casi una hora emitiendo sonidos guturales", comenta Díaz.

Un grupo alemán echa hoy el cierre al festival con una función para niños, a las 12.00. Los miembros de Partita Radicale contarán la historia de un pingüino, no sin cierta dificultad porque la narradora es alemana. "Tuvimos que traducir el texto y lo va a leer en castellano", avanza el organizador del festival. Los efectos sonoros del cuento correrán a cargo de la viola, el violín, las flautas y el acordeón que aporta el resto del grupo. Los impulsores de la cita están seguros de que esta función tendrá tanto éxito como las anteriores. "Hemos conseguido que se nos reconozca y que un público nuevo se haya interesado por lo que hacemos", dice Díaz.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_