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Columna
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Butterfly

Desde el Banco de Valencia ha salido un mensaje que nos recuerda que 2003 no va a ser fácil. Coincide con que además es un año electoral para muchas autonomías y para los municipios españoles. Los analistas están de acuerdo también en que estas elecciones de 2003 serán la antesala de las generales que se han de celebrar en 2004.

Pero estos próximos once meses abren serios interrogantes sobre lo que a ser de nosotros en el futuro. La Unión Europea, por ejemplo, con los prolegómenos bélicos con respecto a Irak, parece más bien una buena muestra de discordia entre los forofos de Estados Unidos y los discrepantes que capitanea el eje franco-alemán que, estos días de celebración, se ha realimentado entre Chirac y Schröeder a la sombra del democristiano Conrad Adenauer. Europa, la realidad europea que pesa en el mundo, no está atravesando por sus mejores momentos acechada por la crisis económica y la insistente solicitud de ampliación a 25 miembros. En este contexto a los valencianos nos falta resituarnos una vez más. Por ejemplo, ¿nos ha de encantar que Madrid sea la próxima candidata para ciudad olímpica en representación de España?

Por otra parte, ¿cuál va a ser la posición política de la Comunidad Valenciana si Pasqual Maragall llegara a la Presidencia de la Generalitat catalana, tal como predicen los sondeos electorales? ¿cómo se van a desenvolver los pactos para garantizar la normalidad política en España donde, desde los tiempos de UCD, el nacionalismo catalán -representado por CiU- ha contribuido sensiblemente a la gobernabilidad del país?

Y se puede seguir emitiendo incógnitas por resolver, pero la sociedad ha de continuar trabajando y consumiendo para que el ciclo económico prolongue su proceso ascendente. No hay demasiados signos de que los mapas políticos vayan a variar en los próximos comicios. Sin embargo, sí que cabe algún retroceso o avance que podría hacer que el Bloc alcanzara representación parlamentaria. Este modesto resultado electoral sería un éxito del nacionalismo valenciano y podría concluir en una reagrupación de las fuerzas valencianistas, porque es sabido que en la CV no hay sitio para dos partidos nacionalistas con pretensiones de influir en los destinos del país. Los hechos y los datos son así de tozudos. Y podría suceder también una reconfirmación de la hegemonía del PP.

Los políticos con representación en la mayor parte de España cuando vienen a la CV se interesan por unos temas diferentes a cuando van a Cataluña, a Galicia o al País Vasco, por mucho que en estas zonas del norte de España no tuvieran chorritos de colores para lavarse como los que disfrutaban los antepasados del presidente del Constitucional, Manuel Jiménez de Parga.

Finalmente una reflexión. La pugna desigual entre Madrid y Sevilla para llevarse la candidatura olímpica ha tenido una conclusión que estaba cantada, pero bien nos mereceríamos las restantes zonas de España que Madrid y los madrileños nos pagaran impuestos especiales para resarcirnos de los beneficios que usufructúan por disponer de la excelsa capitalidad de España. Eso sí, los demás españoles podemos acudir a sus reales sitios para disfrutar las representaciones del Fantasma de la Ópera y Madame Butterfly.

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