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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sombras de viejos tiempos

Es saludable -en medio de la asqueante marea de reaccionarismo que ensucia estos días la vida en Estados Unidos y desde allí salpica al mundo- ver que el amnésico Hollywood recobra un poco de luz de la vieja memoria y rescata en Amigas a la fuerza las sombras de quienes fueron dos fieras gozadoras hu racanadas, dos muchachas libres donde las haya, pero ahora, treinta años después, convertidas en dos guapas mujeres cincuentonas varadas en medio del atolladero de la vida diaria en el tedio interior de su país.

Una de ellas (Goldie Hawn) sigue por ahí, errante y en la brecha, arrastrando el esplendor de su culo al aire y sus risueños reúmas a cuestas; y la otra (Susan Sarandon), con el polvorín de su sexo ya aplacado, vive encalmada y domesticada, convertida en una respetable dama burguesa de la caverna tejana. Pero, bajo la piel de la cordera, a esta señorona le da de pronto una ventolera y rescata su arte para tensar la fibra de la mujer libre e indómita que se esconde en su pasado y, al verse arrancada por su recién llegada vieja amiga de la gazmoñería en que está sumergida, y casi secuestrada, se lía a zarpazos contra la gris y beis imbecilidad de la seda que la envuelve. Y no deja títere con cabeza en su jardín con piscina de agua bendita.

AMIGAS A LA FUERZA

Direción y guión: Bob Dolman. Fotografía: Karl Walter Lindenlaub. Intérpretes: Susan Sarandon, Goldie Hawn, Geoffrey Rush, Erika Christensen, Robin Thomas. Género: comedia. Estados Unidos, 2002. Duración: 105 minutos.

Se ve bien el viaje de estas Thelma y Louise en pequeñito al territorio de las selvas urbanas de un país que ahora parece despoblado de tan magníficas depredadoras. Está lejos de ser una buena película Amigas a la fuerza, pero alegra ver a Susan Sarandon y Goldie Hawn metidas en un enjuague de desquites contra la mojigatería de su país. Sin embargo, la buena idea argumental, los graciosos bocetos de las dos actrices y el cruce entre ellas de algunos tajos de la afilada ironía de Geoffrey Rush, no logran remediar la floja y rutinaria construcción del guión; ni tampoco la pobreza de una dirección que, situada por debajo del triángulo protagonista, no logra que este convierta su viaje en vuelo.

Y el intento de comedia libre se queda en promesa no cumplida, en pantalla arrugada y situada muy por debajo de la idea que quiere y no logra representar.

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