Espai Maragall
Ayer había que llevar una prenda roja, las bebidas eran rojas. Hoy le tocará el turno al grana del compromiso. Pasado, al color naranja de la creatividad. El lunes al amarillo de la solidaridad... "Todo esto son telarañas para el cerebro", piensan y dicen José Pérez -de 70 años, natural de Benalúa de Guadix- y Josep Maria Griñó -nacido en Barcelona y compañero de generación de José- mientras pasan revista al programa de mano que la Xarxa Maragall ha tejido en torno al candidato Pasqual Maragall, en el Espai Maragall. Ambos -José y Josep- son militantes del PSC de Terrassa, acostumbrados a movilizarse cuando el partido se lo pide y están un poco hartos. Como varias decenas más de disciplinados afiliados, todos ellos jubilados, se han presentado en la sede del partido en la calle de Nicaragua de Barcelona media hora antes de que empiecen los actos y no les dejan pasar. El viento sopla y la sinceridad aflora. "No vamos a ir a todos estos actos porque hay mucha telaraña para el cerebro", insiste Griñó. No saben qué les aguarda en el Espai Maragall, pero recelan. Conocen de cerca la Xarxa Maragall porque ellos han contribuido a trenzarla. De hecho, el partido ha sido su alma, sobre la que algunas personas independientes y Ciutadans pel Canvi han puesto la guinda.
El PSC ha desacralizado su sala noble de Consells Nacionals para convertirla en carpa maragallista
Arriba, en la tercera planta de la calle de Nicaragua, todo está listo. Maragall ha fichado al Capità Catalunya, al polifacético cantautor Jaume Escala, el hombre que ha puesto banda sonora a cuentos leídos por famosos. Ahora Escala debutará con la letra de Tots junts, el himno de la Xarxa Maragall, en la sede del PSC, que ha visto convertida su sala noble de Consells Nacionals en una carpa maragallista. Para que todas las señas de identidad socialistas no vayan a la deriva, Josep Maria Sala, ex secretario de organización del partido, se pasea por la sala desacralizada. Así los militantes tienen la seguridad de que no se han perdido. Que, a pesar de las mamparas y los 17 molinillos de viento, están en un acto del candidato socialista. Como han sido los más madrugadores, los jubilados llegan y se sientan en las primeras filas. El acto es moderno y algunos deben permanecer de pie. La luz es tenue y el enfado de los que no han podido sentarse se acentúa. Para redondear la cosa, el DJ David hace girar en los platos música house. El cuerpo de militantes jubilados aguanta. "La Generalitat nunca había estado tan cerca como ahora y no es caso de echarlo todo a rodar", sentencia un miembro de este colectivo de afiliados que, eso sí, siguiendo las consignas va ataviado con un pullover de color rojo rabioso.
Con el ambiente house van pasando los minutos y por el Espai Maragall empiezan a pasear dirigentes socialistas -Miquel Iceta, Joan Rangel-, diputados -Josep Maria Carbonell, Germà Bel...-, miembros de Ciutadans pel Canvi -Oriol Nel.lo y Carme Valls. Diana Garrigosa, esposa de Maragall, está en sala desde el primer momento.
Pero los jubilados continúan interrogándose. ¿Qué es el Espai Maragall? La respuesta la da una página web. "El Espai Maragall nace con la voluntad de crear un universo a la medida de todos aquellos que comparten la ilusión de un cambio de la mano de Pasqual Maragall (...) Un espacio lúdico en el que se oigan las voces con ideas, proyectos, inquietudes y voluntad de construir. Un espacio lúdico inteligente que fomente las sinergias necesarias para invitar a la participación con entusiasmo (...)". El mensaje ecuménico de la página web tampoco es de su gusto: no aclara tampoco de qué va. "¡Ahora, ahora!, ya empieza el vídeo", comentan alborozados los pensionistas apostados en primera línea. El vídeo es una especie de clip en el que comparten protagonismo el musicólogo Jaume Escalas y Maragall. Escalas era el Capità Catalunya en COM Ràdio. "Pero no les interesaban mucho los programas musicales y tuve que dejarlo hace tres años", explica él mismo. Ahora la banda sonora del clip suena con fuerza en la tercera planta de la sede del PSC. Sale un plano de Maragall paseando por toda Cataluña y otro de Escalas cantando Tots junts. "Bufa un vent de canvi / que ens porta il.lusió que ens treu de la fosca / vers a la claror", reza la primera estrofa. "Per un país millor / ens agafem les mans / és ben forta la xarxa / i sempre més gran", dice la última.
Luego un imitador de Maragall sale al escenario. Imita muy bien. Trata de explicar con escasa fortuna la ley electoral que propone el PSC y el federalismo asimétrico con diversos mapas de España que ponen los pelos de punta a la ortodoxia socialista: España es un país separado de Cataluña y del País Vasco. Algunos se divierten. Hay risas aisladas. A la militancia no le gusta que bromeen con sus líderes por enrevesadas que sean sus ideas, ni que sea en presencia de éstos. "Que lo hagan otros, vale, pero nosotros mismos...", disparan desde el sector de los jubilados. La comunión entre el escenario y las primeras filas no es total.
Maragall sale al escenario, por fin, entre una salva de aplausos. Dice que los partidos, si quieren tener futuro, deben abrirse a la sociedad y que la Xarxa Maragall es un ejemplo de ello. "Después de las elecciones, cada uno a su casa; bueno, quiero decir los militantes del PSC al PSC y los de Ciutadans pel Canvi a Ciutadans pel Canvi", sentencia. Luego repasa a Pujol, la ley electoral, el federalismo -"buena la imitación", dice- y afirma que la guerra traera crisis, recesión, y que ya no se podrá atrapar al "animal de Bin Laden". Los asistentes aplauden contentos, ahí tienen a su líder, al hombre que les conducirá a la victoria.
El mitin es corto. Los rumberos Gitanos de la Cera preparan el escenario. Los pensionistas pasan a recoger su merecida ración de bebida roja. Pero ni ahí están tranquilos: les sobresaltan dos jóvenes que hacen sonar trompetas tibetanas. Es el Espai Maragall.
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