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El turismo, alternativa a la crisis del campo

El padre de Concha López Roldán siempre se dedicó a la labranza y cultivo de todo lo que siempre se cultivó en Churriana, un pueblo de la Vega de Granada a tres kilómetros de la capital: tabaco, remolacha, caña de azúcar. "Hasta que ya no pudimos subsistir del campo", explica ella. "Hace cuatro años decidimos convertir el cortijo en un alojamiento rural, lo que nos permitía también no abandonar nuestra casa. Decidimos irnos a vivir a la parte de arriba".

El Cortijo del Pino, como así se llama, fue adquirido por la familia en 1936, pero su historia se remonta a siglos atrás, cuando los Reyes Católicos decidieron regalarle las tierras en que se encuentran a uno de sus caballeros. Luego, en 1873 se construyó la edificación tal y como se conoce hoy.

Concha y su madre, Virginia, con la ayuda del resto de los hermanos, construyeron en las antiguas vaquerizas tres viviendas rurales con todo lo necesario: un salón, una cocina, un baño, dos o tres dormitorios. Hicieron del cortijo un pequeño paraíso para el descanso.

"Al principio funcionó mucho el boca a boca. Ahora también se nos conoce a través de Internet", dice López. "Incluso tenemos clientes fijos que vienen todos los años".

El cortijo funciona por épocas. El alojamiento se abre en diciembre, en Semana Santa y en verano. El resto del tiempo, la familia se dedica a adecentarlo. Pero no ha perdido ni un ápice de lo que fue: el patio central se mantiene como si fuese hace cien años y por todos lados pueden encontrarse los aperos de labranza. No es un mal final.

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