La abstención amenaza con amargar a Sharon la victoria electoral
Las elecciones generales de mañana en Israel están dominadas por la apatía y el desinterés
Nunca en la historia de Israel unas elecciones generales habían provocado tanta apatía, desinterés y escepticismo. En vísperas de los comicios de mañana, la situación empieza a preocupar a la cúpula dirigente del partido nacionalista Likud, el virtual vencedor de las votaciones, que teme un elevado índice de abstención, que podría convertir el triunfo de Ariel Sharon en una "amarga victoria" y le obligará a volver a las urnas en menos de dos años.
El triunfo arrollador de Ariel Sharon y de su partido nacionalista Likud, según todos los sondeos, la aplastante derrota de los laboristas y de su líder Amram Mitzan y la ausencia de un debate político profundo han convertido la campaña electoral en unas de las más insulsas y aburridas de la historia de Israel. Por si ello no fuera suficiente, la situación de inseguridad ha llevado a los partidos políticos a anular las discusiones en la calle, los grandes encuentros y reuniones, incluida la propaganda en las paredes; todo se ha reducido a una discusión virtual a través de los medios de comunicación, especialmente la televisión y la prensa.
Esta situación amenaza con no favorecer a nadie, incluso al Likud, que ayer reconocía un peligro inminente: "Ganar en las urnas, pero fracasar en el Parlamento en el momento de tratar de construir una alianza fuerte con los partidos de la oposición". La debacle de los laboristas, unida a la reticencia del líder Mitzan a participar en un Gobierno de Unidad Nacional dirigido por Ariel Sharon, podría obligar al Likud a formar una alianza circunstancial, en un difícil equilibrio que le llevaría en menos de dos años de nuevo a las urnas.
Los israelíes participan de los temores del Likud, según se desprende de los últimos sondeos. El 30% de los interrogados cree que Israel se verá obligado a volver a las urnas en un plazo inferior a un año, mientras que el 60% se muestra algo más optimista y asegura que el nuevo Gobierno puede incluso durar dos años, la mitad de lo oficialmente previsto. Pero aún más preocupante es que el 51% de los encuestados cree que con el nuevo Gobierno de Sharon no mejorarán las relaciones con los palestinos, mientras que el 17% opina que empeorará y el 27% se siente más optimista y asegura que irán a mejor.
Ehud Olmert, ex alcalde Jerusalén y uno de los responsables de la campaña del Likud, ha puesto en las últimas horas en marcha una operación destinada a arrastrar a los votantes hasta las urnas. Bajo el lema "Vota al Likud si no, habrá otras elecciones", los nacionalistas tratan por todos los medios de contrarrestar el peligro de la abstención.
Esta misma incredulidad ha llevado a los comentaristas de prensa israelíes a asegurar que estos comicios no son más que "un prólogo o una campaña de las próximas elecciones", las que se lleven a término en un plazo de uno o dos años. El diario Haaretz, portavoz del Partido Laborista, aseguraba en uno de sus editoriales que "esta campaña electoral es una de las mas extrañas de la historia", entre otras razones porque "podría haber sido innecesaria" y porque "los principales problemas de la agenda israelí han sido completamente ignorados".
La situación de apatía ha sido incluso detectada por la prensa internacional, que esta vez no se ha dado cita como es usual en Jerusalén. El Ministerio de Asuntos Exteriores informaba, por ejemplo, que en las consultas precedentes el número de enviados especiales superaba los 800, mientras que esta vez el número de reporteros venidos del extranjero no llega a los 150.
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