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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un destino europeo

Miguel Sánchez-Ostiz pertenece a una tradición narrativa hostigada por las maldiciones de la historia europea: entre ellas, la de la supervivencia de lo tribal ensimismado en su peculiar vertiente hispánica. Así, como en otras novelas suyas anteriores, la historia española y vasca -carlista, franquista, posfranquista- se presenta como enorme animal agonizante, como muerto vivo. Es el revés palpitante de un presumible decorado pretérito intercambiable e inerte que hace popular y gratificante la novela histórica española, en la gama que va desde Javier Cercas hasta Carlos Ruiz Zalfón.

Frente a la tribu y sus ritos,

EN BAYONA, BAJO LOS PORCHES

Miguel Sánchez-Ostiz Seix Barral. Barcelona, 2002 487 páginas. 20 euros

la voz del narrador produce el zumbido de una imprecación furiosa. De hecho, el tono dominante del relato es ese registro que se plasma en una frase crispada, rica en sarcasmo, abundante y enfática. Una frase que exalta, al intensificar su obsesiva presencia, todo lo que desprecia y rebaja: no existe otra cosa que no sea el odiado vínculo con los antepasados. No se trata sólo del tono dominante del relato, sino que esa furia inquisitiva e inquisidora parece constituir el motor mismo de la peripecia. Los héroes de Sánchez-Ostiz -en este caso, el abogado ya presente en El corazón de la niebla, que por investigar el rastro de una herencia termina reconstruyendo un itinerario que va desde las mencionadas guerras carlistas hasta los sucesos de Montejurra- son grandes iracundos apresados en las redes espesas de una historia asfixiante, entendida como asunto de familia, como costumbre congelada. Dice así el narrador y protagonista: "Yo sabía que tarde o temprano iba a acabar recalando de nuevo en Navarra. En Pamplona, esta vez. Porque mi personaje estaba de alguna manera con ella relacionado. Casi todos mis personajes lo estaban, por otra parte, como si todos los caminos me empujaran a ir una y otra vez al Norte, a la frontera, al teatro de operaciones".

¿Qué es ese "teatro de operaciones"? La primera respuesta es evidente: es el Norte abrasado por el rescoldo casi incomprensible del carlismo ultramontano todavía vivo a principios del siglo XXI. La segunda es una respuesta necesariamente alegorizante: esta novela utiliza el relato de investigación como "teatro de operaciones" y por tanto se sostiene construyendo la figura del abogado que busca saber -similar al detective de la novela policial- frente al resto de los que saben y buscan ocultar. A pesar de que como alegoría es bastante explícita, hay aquí un punto excesivo y sintomático en el encierro: es una novela -"un memorial", se dice al final- sin extranjeros, sin extraños, sin outsiders. En suma, sin mirada desde el exterior.Tristán de Barrantes, el legendario antepasado cuyas huellas reconstruye el narrador, cruzaba las fronteras, pero más allá de los Pirineos sólo se prolongaban los asuntos de familia. Nada que no sea la tribu lo refleja, como tampoco nada devuelve la imagen del narrador paralizado aunque complacido en esa plenitud que se colma al abandonar toda esperanza de modificación u olvido: "Me temo que los viajes no llevan a parte alguna, son circulares, o van de ningún sitio a ninguna parte". No hay modo de escapar a la historia de ese Norte todavía tribal; la furia del héroe de Sánchez-Ostiz no parece ser más que la aceptación de un destino peculiarmente europeo: la maldición del encierro en identidades beligerantes y su supervivencia inquietante en la segunda mitad del siglo XX.

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