Jugando con el género
A veces, forzar la ironía puede conducir a reduccionismos como el que aparece en Nombres y mujeres, de Antonio Orejudo (20/1/03): "Género es un término gramatical". Y lo es, pero no sólo gramatical. El diccionario de María Moliner dedica casi dos columnas al término, y su primera acepción es la de "Clase, especie, tipo", siendo la tercera la gramatical. En el de la Real Academia, la primera de sus 10 acepciones lo define como un "Conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes" (como pudieran ser los hombres/mujeres), mientras la tercera es "clase a que pertenecen personas y cosas". Así pues, género es algo más que gramática, y no dudo ni por un momento de que el señor Orejudo lo sabe perfectamente. Porque en el sentido en que en 1986 J. Scott propone este término de género es en el de un instrumento de análisis conceptual y sociocultural, histórico, precisamente frente al biologicismo y esencialismo de sexo. Se es hombre o mujer biológicamente (y otra cuestión es la libre sexualidad que se prefiera), pero mujeres y hombres se construyen culturalmente mediante valores y convenciones de diferente género, lo que da lugar a estereotipos (géneros) cambiantes (no ahistóricos) según el género masculino o femenino. Le propongo, don Antonio, que juguemos generosamente con "género": Hay varios géneros de pintura, musicales, literarios, de tejidos, de pescados,... de violencia. La violencia de género es un género de violencia cultural, y dentro de ella hay varios géneros: Uno es el físico (ejercido mayoritariamente por las personas del sexo masculino) y otro el verbal (mayoritario entre el sexo femenino). No tiene el hombre que ser violento por ser hombre, pero puede serlo porque se le ha enseñado culturalmente desde su niñez que la violencia es cosa de hombres; no es su sexo pues quien le impele a ello, sino su género. No tiene la mujer que hacer un uso violento del lenguaje (su tipo de violencia más común), pero así se le ha enseñado y a ello le impele su género. La violencia, pues, no es de sexo, sino de género. No son imposibles los intercambios de valores de uno a otro género, ni desde luego su escala de desarrollo. De hecho, de un tiempo a esta parte, la violencia de género (contra las mujeres por parte de los hombres) me temo que está sufriendo una revalorización. Hace años, un hombre que maltrataba a una mujer no se jactaba de ello, pues se le juzgaba como "poco hombre", ya que no se atrevía con un ser de su misma fuerza, sino de inferior. Hoy salen ufanos en los medios de comunicación. ¿No le parece, que hombres y mujeres debemos, en la medida de nuestras posibilidades, atajar semejante insensatez, hasta aceptando que el género es cultura y, como tal, cambiable, y que no es sólo gramática o sexo?
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