Extrañas circunstancias

Estructurada en tres sketches, nacida de las confidencias que los oyentes de una emisora han hecho, en los últimos años, a un más bien atrabiliario locutor, algo así como si los productores de Hablar por hablar decidieran elegir tres historias para ser vistas en una gran pantalla, El chacotero sentimental tiene menos de la chacota, de la bulla del título, que de palpitantes retazos de vidas problemáticas, algunas presididas por el gozo y el equívoco, pero otras marcadas a fuego por lo indecible.

Primer largometraje de un joven, Cristian Galaz, y fulminante éxito de taquilla en Chile, el filme comienza en comedia de enredo (el episodio Patas negras), sigue en violento drama y acaba en preciso retrato de la vida, aspiraciones y frustraciones de las clases subalternas chilenas de ahora mismo (Todo es cancha). Su tono popular, que no populista, unido a unas historias trazadas con mano precisa (no importa tanto si tomadas de la realidad o nacidas de la inspiración de un guionista) y a unos actores espléndidos (repite Tamara Acosta: la acabamos de ver en La fiebre del loco) hacen del filme una rareza estimulante, que por una vez supera, además, la maldición histórica de este tipo de películas: el interés de las tres historias es, por fortuna, ascendente, lo que hace que jamás baje la atención.