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Reportaje:

Larga vida al inversor

La deuda perpetua,obligaciones y preferentes, suma 16.000 millones de euros, el 13% de la renta fija empresarial

Su crecimiento ha sido exponencial en los últimos años, mutiplicándose por 60 desde 1996. Obligaciones subordinadas y participaciones preferentes sumaban a finales del pasado ejercicio 23.314 millones de euros. De esta cifra, más de 16.000 millones está emitido a perpetuidad. Un tipo de producto no exento de riesgos que ha llegado a manos de los pequeños inversores.

Los emisores de estos productos se muestran cada vez más cicateros porque ya no despiertan tantos recelos y, además, se colocan con facilidad

Tradicionalmente, en España las empresas y entidades financieras se financiaban con pagarés, bonos y obligaciones o cédulas hipotecarias. Los pagarés eran los líderes en la captación de recursos de renta fija a los mercados. En los últimos seis años se ha producido un espectacular desarrollo de las obligaciones subordinadas y de las participaciones preferentes que benefician a los emisores por cuanto computan como recursos propios a efectos de cumplir sus coeficientes de solvencia.

Con datos del mercado AIAF de Renta Fija, el saldo vivo de este tipo de emisiones sumaba 23.314 millones de euros, el 18,4% del total de dinero que se mueve en este mercado de renta fija. De esta cantidad, 16.000 millones (13% de toda la deuda corporativa) están emitidos a perpetuidad, es decir, no existe una fecha de vencimiento, por lo que en teoría viven eternamente ofreciendo año tras año el interés (fijo o variable) pactado con los inversores.

El interés ha sido precisamente uno de sus principales atractivos. Los pagos en obligaciones subordinadas y preferentes dependen de los resultados que obtenga el emisor y esto diferencia a estas obligaciones de las conocidas como simples. Hay, por tanto, más riesgo. En el último año, con unos tipos de interés muy bajos y debido a la mayor popularización de estos productos que ya no precisan de tanta explicación ni levantan tantas suspicacias, los emisores se han vuelto más cicateros a la hora de retribuir al inversor. Del 6,24% que ofrecían las participaciones preferentes del BBVA hace cuatro años se ha pasado a tipos variables ligados a índices euribor con un diferencial muy pequeño. Pero este tipo de activo no sólo lo emiten bancos y cajas de ahorro, las empresas también se han lanzado. El pasado año, Sol Meliá o el Grupo Eroski atrajeron ahorradores con este tipo de activos.

Saldo vivo

Son las cajas las que ofrecen un mayor saldo vivo de participaciones preferentes y subordinadas, con 10.935 millones de euros negociándose en el mercado, frente a los 8.740 millones que han emitido en los últimos años los bancos. La búsqueda de este tipo de recursos por parte de las cajas explica la nueva regulación de cuotas participativas, que vendrá a aumentar la presencia de este tipo de productos que, en cierta medida, están a medio camino entre las acciones y la renta fija.

Las ventajas son muy grandes para las entidades financieras, ya que les permite aumentar los recursos propios básicos a un coste muy interesante. Esta cualidad se combina en un momento de rápida expansión de las entidades financieras. De ahí que los volúmenes de emisión hayan crecido de forma espectacular.

La perpetuidad del producto -el emisor, no obstante, puede amortizarlas anticipadamente tras el visto bueno del Banco de España- o su largo plazo y vinculación a resultados deben ser compensados con una rentabilidad mayor, aunque últimamente los emisores ajustan mucho esas ganancias. Esta pérdida de atractivo y sus riesgos mayores ha llevado al Banco de España a seguir muy de cerca su evolución.

"En concreto, si a la rentabilidad ofrecida se le resta la prima de riesgo derivada del bajo derecho de prelación de las participaciones preferentes, la prima a percibir por su iliquidez y el precio de la opción de compra otorgada al emisor (aspectos mal conocidos por el pequeño inversor), es dudoso que, en algunas de estas emisiones, la rentabilidad residual supere a la de una imposición a plazo fijo", apuntan los técnicos del Banco de España en el último informe de Estabilidad Financiera.

El criterio del Banco de España acerca de las participaciones preferentes es el de no considerar conveniente que se sitúen por encima del 30% de los recursos propios básicos (capital más reservas) de los emisores. En el escenario internacional esta limitación se suaviza hasta el 50%. Unas limitaciones que se justifican en que estos productos no se han colocado exclusivamente entre los inversores institucionales, sino que han llegado a los minoristas, que cuentan con menos elementos para el análisis de los riesgos que asumen.

Otras características de las participaciones preferentes son: que no otorgan derecho a voto; que su derecho de prelación sólo es mejor que el de las acciones ordinarias; que su forma de remuneración es la de los valores de renta fija, si bien condicionada a que el grupo obtenga beneficios y sin carácter acumulativo, y que, aunque su plazo es ilimitado, normalmente el emisor se reserva el derecho a amortizarlas anticipadamente.

Hacerlo en casa o acudir a un paraíso fiscal

Para emitir participaciones preferentes, bancos, cajas de ahorros o empresas deben recurrir a la legislación anglosajona y optan por un paraíso fiscal en el que crear una filial al 100% que sea la que emita estos instrumentos para traspasarlos, posteriormente, a la matriz mediante el establecimiento de un depósito subordinado.

En España no hay legislación que regule estos productos financieros. que registran tamaño auge y, además, estas sociedades se benefician en los paraísos fiscales porque están exentas del impuesto de sociedades.

Las connotaciones de paraíso fiscal al que tienen que acudir las en teoría benéficas cajas de ahorros provoca una situación chirriante. y que, posteriormente, se los traspase a la matriz. Esta situación ha llevado al Ministerio de Economía y al Banco de España a estudiar diversas fórmulas para incorporar estos activos dentro de la legislación española y permitir que puedan emitir si necesidad de acudir a los paraísos fiscales. La situación se encuentra en estudio, pero tropieza también con las obligaciones tributarias que Hacienda impone con un impuesto de sociedades del 35% sobre los beneficios obtenidos.

Una de las soluciones que se barajan sería la de dar un trato fiscal especial a las sociedades que emitiesen las participaciones preferentes. Se trataría de un tipo reducido que buscase más el control de la actividad que una efectiva recaudación de impuestos.

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