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Su tío gritaba: "¡Que se nos va!"

La familia del joven muerto en accidente laboral en Xerta quiere saber si hubo retraso en la llegada de las asistencias

Carlos Castillo Santiago, el trabajador de 19 años que murió en accidente laboral al caer desde un poste eléctrico el pasado domingo, quería trabajar con su padre, Manuel, que operaba por toda España en el montaje de torres eléctricas para la empresa Inabensa, de Sevilla. Su propósito se hizo realidad hace tres meses. Consiguió su incorporación a su misma brigada. Padre e hijo trabajaban en Xerta (Baix Ebre), en una zona escarpada, de difícil acceso por carretera. El pasado domingo, el padre vio como su chaval se precipitaba al vacío desde una altura de 10 metros. Tras la caída, Carlos seguía vivo. Estuvo vivo cerca de una hora. Cuando, una hora y media más tarde, según los testigos, llegó el helicóptero de los bomberos, el joven ya había fallecido. La familia, de la localidad sevillana de Morón de la Frontera, está recabando información para determinar si una actuación más rápida de los servicios de emergencia hubiera salvado al chico.

"No sabemos si cayó al desengancharse o se enganchó mal", dice la tía del muerto

"Al menos, en un hospital, hubiera muerto con más dignidad", explica María Jesús Santiago, tía del fallecido, de quien recuerda que según los testimonios del padre y del tío, también presente, "estaba con los ojos abiertos, lúcido, bromeaba y preguntaba a su padre, ¿cómo estoy?, ¿cómo me ves?, y quería incorporarse". Mientras, Rafael, el tío del joven, gritaba, "¡Que se nos está yendo!".La primera llamada de socorro fue al teléfono de emergencias 112, a las 10.06. Pese a los problemas de cobertura, se consiguió dar aviso y recibir instrucciones de que no movieran el cuerpo porque en 10 minutos les llegaría ayuda. El joven aún animaba a su padre: "Venga, que tienes fuerza para sacarme de aquí". María Jesús rememora que su sobrino, el menor de tres hermanos, era muy zalamero con el padre. Los de la brigada se despojaron de sus abrigos para darle calor. Le restregaban las manos. Veían a las ambulancias y a los Mossos d'Esquadra en la carretera, que no podían llegar a ellos "porque no sabían ubicar el sitio". Carlos comenzó a tener dificultades respiratorias, "se le volvían los ojos". Nuevas llamadas al 112, Rafael, el tío, gritaba: "¡Que se nos está yendo!". Según María Jesús, el joven comenzó a echar sangre por la boca, "aún así, le practicaron la respiración boca a boca y otro compañero un masaje cardíaco". Todo infructuoso, el joven murió una hora y media después de su caída, según los datos de la familia.

Pocos minutos más tarde llegó el helicóptero medicalizado procedente de Sabadell, de donde salió a las 10.21. El médico que llegó al lugar realizó nuevos masajes cardiacos al joven, sin ningún resultado. Manuel Castillo, de 56 años, se daba contra las rocas, desesperado. "Es un hombre muy corpulento, muy fuerte, se reprocha que no cargó con el niño a los hombros para bajarlo de la montaña". El psicólogo puesto a su disposición por la empresa explica que Manuel sufre un trastorno postraumático, "que será largo y duro". La familia al completo, 10 miembros, acudieron a Tortosa. "Tuvieron que ir dos hermanos a decírselo a Úrsula, la madre. Nadie se atrevía", explica María Jesús.

Carlos regresó a Morón en coche fúnebre, seguido por otros dos automóviles y un autobús para el padre. Nadie podía meter a éste en un coche, en un avión: "Necesitaba espacio para andar, moverse, estaba como un toro desbocado, los sedantes no le habían hecho nada, y aun así el conductor tenía miedo de volcar". El lunes se practicó la autopsia a Carlos, cuyos resultados están a la espera. El funeral del chico fue el martes. La familia es muy conocida, "había 200 personas como poco". Manuel aguantó la mitad de la misa, luego se desmoronó: "Aquello no era un lloro, era angustia, un lamento, un tormento", recuerda la tía del chico.

Las causas del accidente no están claras. Sí disponían de arneses de seguridad, pero, "al montar las torres, se tienen que mover y cogerse y soltarse, no sabemos si cayó al desengancharse o es que se enganchó mal", dice María Jesús.

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El secretario general de UGT en las tierras del Ebro, Wifredo Miró, en contacto con la familia, destaca que ésta no tiene ningún interés económico, "sino que esto no vuelva a pasar, que haya más medidas de seguridad y de emergencia". Miró explicó ayer que si el rescate se hubiera hecho con un helicóptero normal, sin grúa, que los hay en la zona, "se habrían ganado 25 minutos y con una hemorragia interna algo se podría haber hecho". Miró criticó las declaraciones de la consejera de Justícia, Núria de Gispert, según las cuales el joven no se podía haber salvado aunque el helicóptero hubiera llegado antes. El sindicalista reclamó la disposición en la zona de un helicóptero medicalizado.

El delegado del Gobierno de la Generalitat en Tarragona, César Puig, explicó ayer que el plan de seguridad exterior de las empresas de Tarragona prevé en su renovación la construcción de un helipuerto medicalizado en el centro de emergencias de Tarragona. La sede del centro de emergencias estará ubicada en el antiguo edificio del Consorcio de Aguas.

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