Televisión e industria farmacéutica
La desinhibida carrera de la industria farmacéutica por copar el mercado de la enfermedad de Alzheimer exhibió una actitud del todo criticable el pasado día 14 en un programa de debate en la televisión en horas de máxima audiencia.
Adelantándose sin rubor a los médicos, a una mayor experiencia en ensayos científicos contrastados, o a la información en revistas o foros especializados, un representante de un laboratorio anunciaba ante la población general y los representantes de las asociaciones de enfermos el inminente advenimiento de una nueva droga para la demencia grave (incluso repitiendo el nombre comercial de los varios posibles).
Queremos creer que sólo el embaucamiento de su buena fe animó a la ministra de Sanidad a participar en este espectáculo comercial, garantizando la diligencia del ministerio en acelerar su inmediata incorporación a la farmacopea del sistema público. Existen controversias en el colectivo médico y de familiares de enfermos sobre la pertinencia de retrasar la evolución de la "demencia grave" (así enfatiza la propaganda) en una enfermedad degradante, prolongada, y tan penosa para la familia como la enfermedad de Alzheimer.
Pero ése no es el debate. Cuarenta años tratando estos enfermos me han enseñado a ser prudente con los nuevos fármacos y no levantar expectativas prematuras. Mañana centenares de enfermos acudirán a las consultas reclamando el muevo fármaco.
Sé también que la industria farmacéutica, como industria de lucro (y sin alternativas), concentra sus esfuerzos en enfermedades prevalentes y con sistemas públicos que permitan sufragar la elevadísima factura farmacéutica, y que contrasta con el desinterés, denunciado por la OMS, en descubrir una nueva droga para el tratamiento de la tuberculosis, por ejemplo.
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