El ucranio acogido en una familia que se niega a volver tiene una orden de expulsión
Andrei, el chaval de 18 años que sigue en la familia de acogida de Villalonga (La Safor) a la que llegó a finales de junio para pasar el verano, tiene una orden de expulsión. Así lo señaló ayer el presidente de la asociación Ucrania 2000, Vicente Carsi, quien se mostró muy afectado por la incapacidad mostrada por la Aministración al no lograr que el adolescente ucranio sea devuelto a su país y ante la amenaza de las autoridades del país de negar futuros acogimientos con la entidad, después de ocho años de trabajo en los que han acogido más de 1.600 menores afectados por la catástrofe de Chernóbil. Un protavoz de la delegación del Gobierno en la Comunidad Valenciana apuntó que la orden existe desde el 9 de diciembre, fecha en la que el adolescente cumplió la mayoría de edad, y que se ejecutará cuando los agentes de la policía lo localicen, ya que se han desplazado al domicilio que ocupa pero nunca lo han encontrado.
Andrei llegó a finales de junio junto a más de 100 menores en un programa de acogida temporal. Pero al final de la estancia no volvió al orfanato de Bucha (Ucrania) en el que residía, una decisión que contó con el apoyo de sus padres de acogida "por exceso de cariño", como apunta Carsi. Para los padres, sin embargo, el motivo de que no haya vuelto es otro. En un viaje que realizó a finales de agosto se lesionó y ahora el chaval tiene secuelas. El golpe que se produjo en una playa de rocas le ha producido una desviación de columna, entre otros problemas, por lo que no puede viajar "de momento". "Cuando pueda, volverá", señalan.
Lesión de columna
Desde la asociación, no se lo acaban de creer. Al principio, sus padres no le dejaron partir por un esguince de tobillo con su correspondiente informe médico. Luego fue la lesión de columna que requería sesiones de piscina. Además, la familia que acogió al menor, según la versión de la entidad, se trasladó de vivienda e incluso el padre, transportista de profesión, se llevó con él al chaval, por lo que permaneció ilocalizable varios días. A principios de septiembre, la asociación denunció a la policía el comportamiento de esta familia con la intención de forzar a la Administración para que resolviera el problema. También llegaron quejas del orfanato en el que residía y, luego, del director territorial del Ministerio de Educación ucranio, con la amenaza de suspender las acogidas si no volvía el chaval.
La asociación sospecha que el retraso se debió a los intentos de la familia de alargar la estancia hasta que Andrei cumpliera 18 años y una vez fuera mayor de edad, lograr quedarse. Sin embargo desde la asociación defienden que esto se podría haber conseguido también si el chaval hubiero vuelto a su país y "de forma legal", es decir, accediendo a los visados y los permisos necesarios. Como ejemplo, ponen varios chavales que después de llegar en acogida se encuentran estudiando varias ingenierías en Valencia "con total normalidad".
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