Carta a una juez

Soy uno más de las casi 50.000 personas que componemos la población reclusa y uno más de las casi 1.100 personas ingresadas en la prisión de Madrid IV (Navalcarnero), de donde la magistrada titular del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria que nos compete y que del cual somos claramente perjudicados constantemente por el descuido, retenciones de documentos, errores de interpretación, denegaciones por sistema, etcétera. Todo esto es continuamente denunciado tanto por nuestros familiares como por las personas que venimos sufriendo tanto abuso judicial.

Desde aquí quiero aplaudir la actitud de denuncia ante unos hechos tan cotidianos en las prisiones como es favorecer a aquellos que por su posición, dinero o familia creen estar por encima de la ley y la justicia.

Desde aquí aplaudo la actitud del Gobierno de querer terminar con el descontrol que existe hoy en día en las prisiones otorgando el tercer grado a aquellos que no se lo han ganado, bien porque no están arrepentidos, bien porque no llevan tiempo suficiente como para saldar la deuda con la sociedad por su delito.

Como interno de una prisión, que lleva cinco años, se me cae el alma a los pies cuando leo en el periódico que tal o cual, por ser ex lo que sea o por ser cantante o por ser persona pública, le conceden el tercer grado, algo que los demás nos lo tenemos que ganar día a día.