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EL SORTEO DEL NIÑO

Una casa de comidas de Madrid vendió el Gordo

El 89.836 fue repartido íntegramente entre los clientes de un bar del distrito de San Blas frecuentado por trabajadores

El Bar Avenida 13, de la Colonia Fin de Semana, del distrito de San Blas, situada en la zona este de Madrid, vendió, prácticamente uno a uno, los 400 décimos del número 89.836, que resultó ser el Gordo de la Lotería de El Niño. Un bar situado en una barriada periférica humilde y en el que paran a comer, por 5,85 euros el menú, camioneros, vecinos y trabajadores de los talleres e imprentas situados en el polígono industrial colindante a la colonia. Todos los agraciados coincidían en afirmar que el dinero será destinado a tapar agujeros. Algunos hablaban de auténticos cráteres. Una clienta afirmaba que sus 160.000 euros serán "para dejar de sufrir un poco" y tres empleadas del local tienen claro que el dinero servirá para ir a ver a sus familias a Colombia.

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El pasado sábado aún quedaban sin vender cuatro décimos, los últimos, del número 89.836. Un número que había sido adquirido íntegramente en la administración 257 de Gran Vía de Hortaleza, de Madrid, por José Luis Fernández, dueño del bar Avenida 13, del distrito de San Blas. Más bien una casa de comidas, en la que ofrecen cocina casera y un menú a 5,85 euros, que ya tenían previsto subir a 6,25 antes de que tocara la lotería.

José Luis compra en la misma administración, desde hace 17 años, la lotería que luego vende en el bar. Lo que pasa es que antes estaba en Ciudad Pegaso, muy cerca de su local, y ahora le pilla un poco más lejos. Pero más que la distancia puede su amistad con la familia Barba, responsables de esa administración. El dueño de Avenida 13 no está abonado a ningún número en concreto, aunque en esta ocasión pidió que acabara en 36: "Me gusta desde siempre, igual que el 13, que se lo puse a mi bar", dice Fernández, que ayer reveló haberse quedado dos o tres décimos del número premiado.

En ese bar de la Colonia Fin de Semana, al que acuden entre las cinco de la mañana y la una de la madrugada camioneros, trabajadores de talleres e imprentas de la zona y vecinos del barrio, se han repartido íntegramente las 40 series, décimo a décimo. Tan sólo hubo algún cliente que se llevó medio billete (cinco décimos), aunque no saben decir quién fue, y otros que se hicieron con dos décimos, como José Antonio, que los mostraba ayer. Arrugados los décimos, estirado y orgulloso él. Dijo que la cuantía del premio la iba a destinar "no a tapar agujeros, sino un auténtico cráter", al tiempo que contaba orgulloso que él era el único cliente al que le guardaban los churros todas las mañanas, ya que tiene la costumbre de ir al bar a desayunar, aunque vive en Torrejón.

Más hondos aún parecen los agujeros que Marisol González piensa tapar con el premio que le corresponde por el décimo que ella y su marido Antonio adquirieron. Él acaba de sufrir dos infartos, no puede trabajar y se encuentra deprimido. Ella tampoco tiene trabajo. Además tienen tres bocas que alimentar. Marisol ríe, llora y balbucea: "El dinero irá destinado a dejar de sufrir, que no es poco".

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Mientras, José Luis Fernández ha puesto barra libre en su bar y las botellas de champán se abren a toda velocidad. Todos rien, gritan, brindan, beben, se emocionan. Él, en cambio, controla totalmente la situación, como si esto de repartir 64 millones de euros entre sus clientes y empleados fuera algo habitual: "Todos se lo merecen, tengo una clientela muy maja", dice el propietario del local, quien demostró estar al quite en lo que a informática se refiere, ya que poco después de salir el gordo ya había un cartel con grandes letras de impresora que rezaba que allí se había repartido el premio.

Quienes se mostraban exultantes son tres empleadas del bar, Maricha, Claudia y Livia. Las tres son emigrantes colombianas que han visto caer del cielo la posibilidad de ir a su país a ver a sus familias. Incluso una se plantea la posibilidad de quedarse en Colombia.

Entre el griterío que duró horas, alguna voz sobresalió para avisar a los nuevos millonarios (si es que se piensa en pesetas) que ha llegado un señor del banco a captar clientes. Al final se descubrió que tan sólo era un periodista de la televisión que, como el resto de sus compañeros de otros medios de comunicación, pudo llegar al Bar Avenida 13 porque en la administración de la Gran Vía de Hortaleza, situada en el interior de un centro comercial que ayer permanecía cerrado, acudió a la puerta exterior un sobrino del encargado, para revelar a quién habían vendido el gordo de El Niño.

Finalmente, cerca de las cuatro de la tarde el bar se cerró, aunque tras la verja, la celebración continuó en familia durante unas horas. Pocas. Hoy, martes, tenían que abrir a las cinco de la mañana.

Varios afortunados con el Gordo celebran su suerte en el bar Avenida13, del distrito de San Blas.
Varios afortunados con el Gordo celebran su suerte en el bar Avenida13, del distrito de San Blas.CLAUDIO ÁLVAREZ

Los compañeros de Cornelia decidieron que a ella también le tocara el premio

Los Reyes Magos se han portado como unos señores con todos los agraciados con el gordo de El Niño y les han dejado unos buenos pellizcos de euros, en total 64 millones.Con quien no han sido muy caballerosos es con Cornelia, una joven camarera rumana que se convirtió en la única trabajadora del bar Avenida 13 que no llevaba ni una mísera participación. La única, también, que ayer no daba saltos, ni grititos, ni brindaba por su buena suerte, ni por la buena suerte de los otros. No obstante, y desde un buscado segundo plano, fuera de la barra del bar donde se sucedían sin interrupción los brindis con champán, no perdió en ningún momento una amable sonrisa y atendió a la prensa tanto o más que sus compañeras más suertudas, con las que simplemente se limitaba a no compartir lo que no tenía: euforia.Cuando le preguntaban por qué no había comprado algo de lotería, se limitaba a responder en buen castellano: "Yo no jugué". A pesar de ello, también disfrutará de los euros de la suerte, ya que sus compañeros y su jefe han decidido aportar una cantidad entre todos para que Cornelia no se sienta deprimida.Otro personaje que también se mostraba contento a pesar de no haber pillado ni un ochavo era José Cabanillas, el presidente de la asociación de vecinos de la Colonia Fin de Semana: "No nos hicimos famosos cuando, tan sólo hace diez años, no teníamos agua corriente en muchas zonas de la colonia. Pero, ahora, bienvenidos sean estos millones para dar a conocer nuestro barrio y que se sepa que en pleno Madrid hay zonas olvidadas y deprimidas".Ésta concretamente se construyó en la época de la II República. Hoy, sus casas bajas ocupadas por gentes humildes se encuentran rodeadas de grandes naves industriales, escombreras y nuevas urbanizaciones.

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