Del viejo Cándido al joven Guerra

-Alfonso, ¿qué hacemos con los socialdemócratas? ¿Los dejamos entrar en el partido?

Corría el 20 de junio de 1976 y la recién constituida asamblea local del PSOE de Jaén acababa de elegir su primera comisión ejecutiva bajo la presidencia de Cándido Méndez Núñez, padre del actual secretario general de la UGT. Fue entonces cuando Cristóbal López Carvajal, uno de los renovadores del PSOE jiennense tras el franquismo, se dirigió a Alfonso Guerra -que había sido invitado a la asamblea- para exponerle sus recelos a la entrada en el partido de las personas que quedaban más a la derecha del pensamiento marxista. La voz seductora del joven Guerra se encargó de poner las cosas en su sitio:

-Que entren. Pero mantenedlos controlados.

Ésta es una de las muchas anécdotas que dan cuerpo al libro Testimonios sobre la transición en Jaén (1973-1977), en el que 35 protagonistas relevantes de la época aportan su visión sobre un "tiempo paradigmático", en palabras del coordinador de la obra, el senador socialista López Carvajal. La publicación (Germania, 2002) rescata las vivencias de políticos que, tres décadas después, ocupan un primer plano en la vida política y sindical nacional y andaluza, como Felipe Alcaraz, Gaspar Zarrías, Concha Caballero o Cándido Méndez Rodríguez.

Aunque la mayoría de testimonios proceden de personajes asociados a la izquierda política y sindical, también tienen cabida otros como los de Antonio Trujillo y Ángel Cachón, que jugaron un papel importante en la antigua Alianza Popular y en UCD, respectivamente.

"El libro ayuda a reconstruir la memoria colectiva de un pasado que no ha sido contado sino aludido y, cuando esto ocurrió, se hizo de forma somera, urgente y, en ocasiones, oportunista", explica López Carvajal.

Cándido Méndez, que había llegado a Jaén con su familia de origen pacense a mediados del pasado siglo, desvela cómo en su casa se intentaba romper el velo de le censura del franquismo escuchando Radio París y la BBC. Recuerda también cómo su padre, un veterano militante de la UGT y del PSOE, ya apostaba a principios de los años setenta por Isidoro -el nombre de guerra de Felipe González- como el rostro del futuro. En la casa de los Méndez tuvieron lugar varias reuniones decisivas para la recuperación del PSOE y de la UGT en Jaén. Asistieron, entre otros, Alfonso Guerra, Rafael Vallejo y Guillermo Galeote.

El Colegio Universitario fue otro foco de la transición. "El colegio se había llenado de rojos, de marxistas. Los ciclos de conferencias se transformaban al final en largos debates públicos sobre la lucha de clases, sobre la dicotomía reforma/ruptura, sobre la legalización de los partidos", explica Alcaraz, que se convirtió en el primer secretario general del PCE en Jaén en la etapa democrática.

Una de las alumnas de ese colegio era la jiennense Concha Caballero, que asumió como una "derrota" que sus padres la matricularan en ese centro porque ella aspiraba a estudiar Periodismo en Madrid. Caballero ingresó durante unos meses en el PSOE. "Y eso, a pesar de llamarnos marxistas y leninistas", recuerda. En el verano de 1975, casi todo el grupo, a excepción de Cándido Méndez, formalizaron su pase al PCE, no sin ciertas reticencias por su "fama de anarquistas".

Otro de los testimonios relevantes es el de Gaspar Zarrías, actual líder de los socialistas jiennenses, hijo de otro histórico del partido, desaparecido el año pasado y nieto del ex alcalde republicano de Cazalilla (Jaén), fusilado en 1940. Los padres de Zarrías se conocieron en la prisión madrileña de Yeserías. Él era uno más de los represaliados del franquismo y ella acudía a visitar a su padre, ex dirigente del sindicato ugetista de panaderos en Madrid. En los años previos a la muerte de Franco y en los primeros de la transición, Zarrías padre e hijo se convirtieron en los líderes de la agrupación socialista de Madrid. Gaspar Zarrías recuerda cómo, desde su condición de secretario de la agrupación socialista de San Blas -la más numerosa de Madrid-, organizó el primer mitin que el partido celebró en Madrid tras la celebración del 27º congreso, donde se formalizó la reunificación del sector histórico y el de Felipe González.