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AL VOLANTE | PRUEBA
Columna
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Ayuda al conductor

Aparte de su original diseño, el Thesis refleja el esfuerzo de Lancia por simplificar el trabajo del conductor, e incluye de serie muchos avances hasta ahora sólo disponibles como opción en las berlinas más exclusivas. Destacan el sistema de órdenes orales para utilizar el equipo multimedia (radio, CD, teléfono, ordenador de viaje...) y el sensor que permite abrir las puertas y el maletero con sólo tocar la cerradura. Pero hay muchos más, y lo importante es que facilitan el uso diario y aportan una mayor comodidad, que se aprecia mejor cuando se viaja.

Amortiguación electrónica

Más información
Originalidad estética y máximo equipamiento

Lancia ha trabajado mucho el confort del Thesis y algo menos la calidad de conducción. Y aunque es un coche suave y refinado, está un escalón por debajo de las mejores berlinas alemanas. Se aprecia en el tacto de los mandos: pedales más duros, cambio lento y menos preciso... Y exige más esfuerzo al conducir, lo que, unido a un peso de 1.800 kilos (casi 200 más que otros rivales), aumenta las inercias y limita la agilidad, sobre todo en zonas viradas.

Sin embargo, estos detalles no impiden lograr un buen comportamiento dinámico. Y la clave es el sistema de amortiguación con control electrónico, que adapta los reglajes a las condiciones del piso y mejora la estabilidad y el confort. Además, el Thesis incluye de serie todas las ayudas electrónicas, desde los frenos con ABS, que paran bien el peso, hasta el control de estabilidad ESP (VDC en Lancia). El resultado es un buen aplomo en trazados rápidos y autopista, y una buena estabilidad en todas partes. Pero con una calidad de rodadura y filtrado de baches inferior a otros coches de su tamaño.

Un turbodiésel muy rutero

La versión más interesante del Thesis monta el motor 2.4 JTD de cinco cilindros, ahora con 150 CV. Cuesta más caro que las versiones bajas de gasolina, pero aporta muchas ventajas y convierte al modelo italiano en un coche muy bien dotado para los viajes largos. Por una parte, mueve bien el peso y permite viajar a ritmos muy desahogados: corre bastante y no se queda en las subidas. Además lleva un cambio manual de seis marchas muy bien escalonado para sacarle todo el partido, que ayuda a adelantar con brío. Y sólo en ciudad acusa cierta falta de potencia por debajo de 2.000 vueltas y exige reducir más de lo deseable.

Por lo demás, los consumos son correctos: ocho litros en conducción tranquila, poco más de nueve a ritmos rápidos y 12 en ciudad.

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