Aceite de olivos milenarios

La cooperativa Clot d'En Simó, en la comarca castellonense del Maestrat, ha comenzado ya la distribución de los primeros 500 litros de aceite con garantía de procedencia de los olivos milenarios de la zona. Se trata de una iniciativa impulsada por los propios cooperativistas, junto a la Fundación Penyagolosa para el desarrollo rural, de la que forman parte instituciones como la unión de cooperativas Intercoop, la Diputación de Castellón, la Universidad Jaume I, la Unió de Llauradors, la Cámara de Comercio, la Federación Valenciana de Empresas y Cooperativas de Trabajo Asociado Fevecta, y la Fundación Credicoop, para salvaguardar los últimos olivos milenarios de la provincia de Castellón.

Muchos de estos árboles monumentales han sido arrancados en los últimos años para ser vendidos por parte de especuladores a particulares, a ayuntamientos o al extranjero, sin que la Generalitat o el Gobierno central hicieran nada para remediarlo. La necesidad de conservar este "importantísimo patrimonio natural" ha sido el "principal motivo para impulsar la iniciativa", según el presidente de la fundación, Juan José Damià, quien asegura que el aceite de olivo milenario se convertirá "en el estandarte de la comarca por su gran exquisitez y calidad".

No en vano, para la elaboración de las 1.000 botellas de medio litro de este año, se han cuidado todos los detalles con mimo. Los 2.309 kilos de aceitunas empleadas han sido recogidas de forma artesanal de 34 olivos de la variedad farga de entre 6 y 15 metros de diámetro en su base, desechando todo fruto que presentara alguna tara. Además, desde la recolección hasta el molido en la almazara no han pasado más de 8 horas y el aceite, de 0,2 grados de acidez, tampoco ha sido filtrado, lo que garantiza, según la directora de Intercoop, Fina Gonell, "la extraordinaria frescura del producto y su aroma intenso, que posee matices florales y huele a oliva verde".

Los miembros del panel de cata añaden también el "gusto armónico del aceite milenario", que "empieza en dulce y acaba siendo ligeramente picante", lo que "le otorga un gran vigor". Además, como explica el presidente de la cooperativa Clot d'En Simó, Ramón Mampel, el aceite milenario posee "una elevada concentración de ácido oleico por la variedad farga de los olivos", que posibilita "una mejor conservación del zumo y por más tiempo". A ello ayuda también el envase especial diseñado para la ocasión; una botella de cristal negro para evitar la luz solar y con forma de ánfora, que va acompañada de su correspondiente numeración y certificado de garantía.

Aparte de la nobleza del aceite, los responsables de la fundación resaltan el "romanticismo y las evidentes connotaciones culturales" de esta idea, porque todos los árboles fueron plantados y cultivados por íberos, romanos o griegos. Algunos de ellos, de hecho, lindan con la Vía Augusta y siguen su recorrido. Ramón Mampel cuenta sorprendido cómo descubrió un día que de un olivo de su propiedad "que debe tener más de 2.000 años", surgió "un brote borde". Esto "significa que cuando lo plantaron ya conocían los injertos y que prácticamente nosotros no hemos inventado nada en agricultura".