Muere un hombre en Madrid de un tiro que recibió al asomarse al balcón tras tomar las uvas
El primer homicidio registrado en Madrid en 2003 se produjo sólo ocho minutos después de que sonaran las 12 campanadas. Un vecino del distrito de Puente de Vallecas, Francisco Peromingo Hoyos, de 39 años, recibió a esa hora un tiro en la nuca, cuando se asomó a la terraza a ver los petardos que estaban tirando en la calle. Otras dos ventanas colindantes recibieron sendos disparos, sin que nadie más resultara herido, según informó un portavoz policial.
Los hechos ocurrieron en los números 20 y 22 de la calle de los Andaluces, cerca de la M-40. Francisco Peromingo, vecino del piso tercero letra D, salió a la terraza a ver la gran cantidad de petardos que estaban quemando sus vecinos. De repente, se dio la vuelta para entrar en su casa y recibió un impacto en la cabeza. Cayó al suelo por la fuerza del golpe. Sus familiares se dieron cuenta de que le había pasado algo extraño y llamaron a la policía y a una ambulancia. En el aviso, dijeron que Peromingo estaba herido tras haber sufrido la explosión de un petardo junto a la parte posterior de la cabeza.
Cuando llegaron los facultativos, se encontraron con la sorpresa de que el herido presentaba un orificio de bala de entrada en la parte occipital del cráneo. Tras ser estabilizado, fue trasladado al hospital Gregorio Marañón, donde anoche falleció, según fuentes policiales.
Dos impactos
Los agentes del Grupo V de Homicidios, que se ha hecho cargo de las investigaciones, se desplazaron hasta el lugar de los hechos. Allí descubrieron que otros dos vecinos habían recibido sendos impactos en las ventanas de la terraza y de una habitación. El primer balazo fue localizado en el segundo D, unos cinco metros más abajo de donde resultó herido Peromingo. La bala entró por la parte superior del ventanal y, tras impactar contra los ladrillos de la pared, quedó sobre una mesa. "Había tanto ruido de cohetes y de petardos que parecía que se iba a romper el mundo. Oimos ruidos de cristales, pero no pensamos que era por un balazo. Esta mañana, cuando nos ha avisado la policía, nos hemos llevado un susto horrible al darnos cuenta de que alguien podría haber muerto si hubiéramos estado allí", explicó el dueño de la casa, Juan Belbé Campos.
El segundo proyectil fue hallado por Juan Gutiérrez, un vecino del tercero del número 22. El balazo entró por el medio de la ventana. "No quiero ni pensar si mi hija, que tiene diez años, hubiera estado delante del ordenador, como muchas tardes", señalaba Gutiérrez. Éste recuperó la bala en el suelo. Estaba completamente deformada por el impacto. "Era del calibre nueve milímetros corto", añadió el vecino, experto cazador. La víctima estaba casada y tenía a dos hijos (un niño de seis años y una niña de tres). Dedicado a la construcción, vivía en ese piso desde el pasado verano.
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