El dólar pierde fuelle frente al euro
El déficit por cuenta corriente y la amenaza de guerra perjudican la moneda estadounidense
El euro inicia su segundo año como divisa para el ciudadano y quinto como instrumento financiero con una nueva credibilidad a los ojos de Estados Unidos. La moneda de la eurozona viene moviéndose en las últimas semanas en una relación de cambio frente al dólar no vista desde hace tres años, que los analistas aventuran va a seguir reforzándose a lo largo de 2003, ayudada por la creciente divergencia entre el cada vez mayor déficit por cuenta corriente de EE UU y el superávit en la otra orilla del Atlántico.
El desarrollo de la divisa rival del billete verde es seguido con atención en Estados Unidos, ya sea para saber que los suecos van a pronunciarse en septiembre sobre la adopción del euro, o que los británicos siguen siendo renuentes a renunciar a la libra. Al turista de Estados Unidos le satisface la comodidad y el ahorro de no tener que trasegar con billetes en cada frontera europea, y le agrada la facilidad de poder comparar precios, dada la cuasiparidad entre las dos divisas, que fue perfecta a comienzos de mes. Desde entonces, el euro ha continuado su remontada frente al dólar para terminar el año ganando en torno al 14% con respecto a donde lo comenzó, tras romper la barrera de 1,04 dólares por euro.
Un estudio del banco de inversiones Merrill Lynch señala que el dólar podría caer este año al 1,10, paridad con que nació en 1999, y subraya que "lo más intrigante es que el euro ha conseguido reforzarse pese a las malas noticias económicas" en la eurozona. El PIB estadounidense puede crecer alrededor del 3% en 2003, una envidiable tasa para los Quince, a los que Bruselas calcula un escueto 1,8%, tras un primer trimestre que podría ser negativo.
En EE UU se destaca la diferente evolución de las principales economías continentales (Alemania, Francia e Italia) y la pujante economía del Reino Unido y se hace notar la complejidad de manejar el euro entre economías tan dispares. La actual debilidad europea, por otra parte, contribuye a frenar a la economía norteamericana y con ella a devaluar el dólar. Como contrapartida, un dólar débil debería ayudar a las exportaciones de EE UU y con ello contribuir a la recuperación.
No obstante, frente al superávit en la balanza por cuenta corriente de la Unión Europea, el crónico déficit norteamericano se ha hinchado hasta una cifra anual en torno a los 500.000 millones de dólares (y creciendo), considerada por los expertos como un auténtico talón de Aquiles para la primera economía del mundo, que debe combatirlo con ingentes flujos de capitales exteriores, del orden de los 2.000 millones de dólares diarios para mantener la estabilidad de su billete. Esa demanda tira hacia abajo del dólar, y beneficia el euro.
La debilidad relativa de la economía norteamericana se ve perjudicada por las tensiones geopolíticas en las que Washington es coprotagonista, con el consiguiente desgaste financiero, mientras Europa adopta un cómodo segundo plano. El euro se convierte así en una divisa de refugio. Una victoria rápida en Irak contribuiría a vigorizar el dólar, pero los expertos consideran que el alza del euro en las pasadas semanas puede crear un aura que lo siga haciendo atractivo para bancos centrales e inversores de todo el mundo, interesados en seguridad y diversificación.
A todas las tensiones que pesan sobre el dólar se ha añadido el relevo del equipo económico estadounidense, con la salida del Tesoro de Paul O'Neill, un valedor del dólar fuerte. Los mercados aguardan con escepticismo hasta ver qué posición adopta su sucesor, John Snow.
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