Cordones umbilicales
Sucedió en una librería, delante de mí: un chico hojeaba un libro con codicia. Era evidente que la duda entre llevárselo o no le proporcionaba un sufrimiento desmedido. Entonces se acercó el librero y le preguntó si le interesaba. El joven respondió que sí, pero que era demasiado caro para sus posibilidades.
-¿Cuánto puedes pagar? -preguntó el librero.
El chico miró el precio, aunque se lo sabía de memoria, y respondió:
-La mitad.
El librero tomó el libro, lo dividió en dos mitades con idéntico número de hojas cada una y entregó la primera mitad al joven.
-Toma -dijo-. Cuando puedas pagar el resto, si todavía te interesa, vienes a por él.
Comprendí que el librero acababa de crear entre el establecimiento y el joven un vínculo tan poderoso como un cordón umbilical. Al mismo tiempo, me di cuenta con estupefacción de que, a veces, lo que separa une.
Conté la anécdota en antena y Gemma Nierga propuso a los oyentes que escribieran sobre cordones umbilicales. Hubo más cantidad que calidad, pero llegaron textos circulares, como El huevo y la gallina, de Ramón Fernández Sestelo, e inquietantes, como Amadeus, firmado por Dombodán. Los otros dos temas del mes giraron en torno al robo y a los problemas de conciencia. Todo el mundo ha robado algo y todo el mundo se ha sentido culpable. Quizá el caso más extremo es el del narrador de La golosina preferida, que prefiere recordar que ha robado a recordar que ha sido manipulado. Israel Cubell nos envió Analogía, un cuento cruel, con mar de fondo, que impresionó al equipo de La Ventana. La madre de mi amigo, de Pedro Martínez Jiménez, sería perfecto si se le quitara la primera frase y la última (el comienzo y el final de un cuento, como los momentos de despegue y aterrizaje de un avión, son los más peligrosos). Emma Sanpedro Ruiz, por su parte, ha comprendido que en los relatos cortos el título forma parte de su estructura: si ustedes leen su Bumerang, verán que no podía titularse de otro modo. No faltó el texto ingenioso, digno del talento de Groucho Marx: Lenta justicia, de Santiago Díaz de Sarralde. Hasta el próximo año.
PD. Correo ordinario. Cadena SER (a la atención de Juan José Millás). Gran Vía, 32. 28013 Madrid. Internet. www.cadenaser.com. Una vez dentro de la página web hay que pinchar La ventana y, en La ventana. La ventana de Millás.
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