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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los pecados del exceso

Con media hora de retraso sobre el horario previsto (algo inaudito en un teatro nacional) y varios desaguisados técnicos, el BNE empezó anteayer su temporada madrileña con un cierto aire de contrariedad. Los telones no bajan -o suben- a tiempo, provocando una surrealista escena de bosque dentro de palacio, la amplificación de la guitarra solista en el concierto de Rodrigo remató una interpretación plana y desigual. Bruscos cambios de luces se sumaron a otro drama sonoro: la inclemente microfonía para el taconeo, que lo banaliza y hace insoportable.

Un ballet nacional debe rescatar el patrimonio coreográfico y conservarlo, pero esa conservación debe responder, al mismo tiempo, a criterios estéticos muy firmes; también debe dar cabida a las nuevas tendencias, a sus derivaciones y licencias, ateniéndose a que tengan un nivel, una calidad, un empaque que justifique su inclusión en un repertorio con tal capacidad representativa.

Ballet Nacional de España

Concierto de Aranjuez: Pilar López / J. Rodrigo; Entreverao: Manolete / Montón; Mareas: Teresa Nieto y Florencio Campo / Casals y otros; Ilusiones F. M.: María Pagés / Soler y otros. Teatro de la Zarzuela, Madrid. 20 de diciembre.

De la obra de Pilar López puede decirse que su estructura coréutica y su danza, como tales, resisten al tiempo porque se asientan en valores de tradición. La eminente bailarina y maestra modeló con gentileza una pieza que sigue lieralmente la atmósfera que ofrece el concierto para guitarra, y así el resultado es un inteligente balance entre lo coral y lo particular intrínseco del baile solista español. Pero es una danza de grandes exigencias estilísticas, de conjunción, de musicalidad, de acentos altos y enlaces constantes, y el BNE no está para esas florituras. La plantilla navega en el efecto fácil y en una exagerada tendencia al brío. Y le faltan primeras figuras.

Lola Greco, en el segundo movimiento, trató de imponer su personalidad y sus maneras con poco tino. De cualquier manera, es bueno, e importante, que se vea hoy cómo entendía la danza española esa generación fundacional, cuya última exponente es doña Pilar.

La farruca ideada por Manolete es correcta, cerrada, compuesta a partir de la experiencia y no necesita de instrumentos ajenos a su tradición musical: la flauta le destensa el fuste, además de que Óscar Jiménez no está en su mejor registro.

Los otros dos estrenos son difíciles de clasificar y de digerir, por mucho que se arropen en costosas producciones y en soberbios decorados. En dos palabras, van del tenebrismo al cachondeo; del hermetismo a la juerga gratuita.

Mareas es un fallido intento de doble fusión entre la danza contemporánea con el flamenco, un poco afortunado deseo de hacer algo a lo grande; esa evidente falta de modestia hace la cosa interminable por incomprensible. Teresa Nieto ha abandonado una senda de investigación llena de aciertos y de poesía en la que había conseguido verdaderas pequeñas joyas de la reciente coreografía española para embarcarse en un ejercicio que no es lo suyo.

María Pagés también peca por exceso. Es como si estar sobrado de medios cercenara la inspiración y la cordura escénica. Ilusiones F.M. habla de la boda real de un príncipe, está ambientada a principios del siglo XX en las cocinas de palacio y lo que parecía una crítica al boato monárquico se convierte en un sainete, en unas variedades graciosas, pero no dignas de este conjunto.

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