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Entrevista:FRANCISCO SÁNCHEZ MADRID | Inmunólogo

"Investigar en un hospital es un baño de realidad diario"

El laboratorio de Francisco Sánchez Madrid no está en un entorno futurista de pasillos inmaculados. Está en el hospital de la Princesa de Madrid, del que es jefe de Inmunología, y para llegar a él hay que atravesar un pasillo lleno de enfermos que esperan consulta. Sánchez Madrid, de 48 años, se da así su "baño de realidad diario". Es catedrático de Inmunología y acaba de recibir la beca de investigación básica de la Fundación Juan March, la mayor beca privada de España, dotada con 900.000 euros para cinco años.

Sánchez Madrid estudia desde hace veinte años la respuesta inmune. Primero en Harvard (EE UU) y desde hace quince años en Madrid. Asegura que conocer el proceso detallado puede servir para encontrar un tratamiento para las enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, aunque, advierte que "no hay fecha". Estas enfermedades aparecen cuando el sistema inmune reconoce sustancias propias del organismo y actúa contra ellas. No se sabe por qué ocurren ni tienen tratamiento definitivo.

"Los receptores que encontramos pueden ser dianas terapéuticas para la artritis reumatoide"

Pregunta. ¿Qué ventajas tiene investigar en un hospital?

Respuesta. Lo primero es que te das un baño de realidad diario, esto no es un entorno aislado para investigadores. Además hay relación con especialistas, lo que te permite trascender la investigación e ir al enfermo de la mano de la persona que lo trata. Siempre es más fácil estudiar la artritis reumatoide con un reumatólogo al lado y puedes disponer de muestras de pacientes que no son líneas celulares, tenemos leucocitos de donantes...

P. ¿Por qué en España no hay más investigación en hospitales?

R. Tendría que potenciarse, porque es el sitio adecuado para hacer biomedicina. En Europa y en EE UU la investigación va unida a la asistencia. Aquí la investigación está menos valorada que la asistencia. No estamos en igualdad de condiciones con los centros básicos, sobre todo a nivel de equipamiento, plazas de investigadores... No tenemos ni fondos para organizar seminarios con investigadores externos.

P. ¿Qué le va permitir la beca?

R. Lo primero, ampliar el número de modelos animales de enfermedades inflamatorias, que estaba limitado a la artritis, a la diabates y la aterosclerosis. Podremos adquirir equipamiento para ver expresión génica mediante microscopía intravital. Te da libertad y no tienes que ajustarte a las convocatorias y a los plazos para tener financiación.

P. ¿En qué consiste su investigación?

R. La finalidad última es controlar el proceso inflamatorio en la fase más adecuada para evitar los efectos secundarios, que aparecen sobre todo en las enfermedades autoinmunes. Estudiamos cómo se activa el leucocito [glóbulo blanco] para producir la respuesta inflamatoria, cómo sale de la sangre hacia un tejido en el que hay una molécula que va a reconocer y cómo viaja hacia allí.

P. ¿No se conoce ese proceso?

R. Por encima, falta mucho para conocer el mecanismo íntimo. Sabemos que los leucocitos están continuamente patrullando, y que ese fluir va regulado por receptores que tiene en la superficie y por las moléculas a las que se unen y que encuentran en su camino. Esa unión cambia el programa genético del leucocito y modifica su función. Los primeros receptores (llamados integrinas beta2 o LFA-1) los descubrimos en EE UU. Le sirven al leucocito para unirse al vaso antes de salir al tejido. En Madrid identificamos otro receptor, la integrina alfa4beta1, con la misma función.

P. ¿Todos hacen lo mismo?

R. No, también hemos encontrado el receptor cuyo gen se induce de manera más rápida cuando un leucocito se activa en una respuesta inmune. Es el que llamamos antígeno inductor de activación o CD69 y aparece para regular la intensidad de la respuesta inmune. Es un indicador magnífico para estudiar activación del sistema. En la artritis reumatoide, por ejemplo, el CD69 se activa y los leucocitos producen más daño que beneficio, destruyen tejido. Ahora queremos estudiar cómo el leucocito adquiere la asimetría necesaria para atravesar el endotelio, y tratamos de relacionar cada etapa de la migración con la inducción de la expresión génica.

P. ¿Para qué puede servir conocer todo esto?

R. Lo interesante es que algunos de estos receptores pueden ser buenas dianas para desarrollar terapias. Se trata de diseñar moléculas que actúen sobre estos receptores y que modifiquen la respuesta inflamatoria. Muchos de los fármacos que se utilizan ahora en las enfermedades autoinmunes producen efectos secundarios porque afectan a todo el sistema, producen una inmunosupresión generalizada. El receptor CD 69 podría ser una buena diana porque sólo está en los leucocitos que producen daño.

P. La beca es de investigación básica, ¿cómo se conjuga con la búsqueda de nuevos fármacos?

R. Hacemos investigación básica, pero al trabajar en humanos siempre está presente la aplicación. Si ves un receptor que sólo se expresa en caso de inflamación, no puedes ignorar que puede ser una diana terapéutica, pero antes de la terapia hay que comprender el mecanismo.

P. ¿En qué punto se encuentra el desarrollo de estas terapias?

R. Con los receptores alfa4beta1 y LFA-1 ya hay compañías estadounidenses desarrollando fármacos, moléculas que bloquean el receptor y no permiten que el leucocito salga de la sangre. Así no causa daño en el tejido. La Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha establecido convenios para algunos de los reactivos que desarrollamos. Así revierte dinero a la UAM. Si surge una terapia aumentará el beneficio, aunque no hay fecha.

P. Su laboratorio también está en un grupo europeo.

R. Sí, para estudiar el paso del leucocito a través de la capa de células que rodea los vasos. Es parte de la moda de los grandes grupos. Veremos si es bueno, pero lo dudo. Los grandes logros de la ciencia han surgido en laboratorios pequeños.

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