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Reportaje:

Una escuela muy ecológica

Alumnos de Génave reivindican la cultura oleícola con la recogida simbólica de aceitunas

Ginés Donaire

Santiago, Raquel, Mari Paz, Daniel y Manuel Jesús están igual de familiarizados con sus libros de Matemáticas o Conocimiento del Medio de ESO que con la criba, el arado, el ubio o la redina. Estos utensilios, desconocidos en el medio urbano, forman parte de la cotidaneidad en los hogares de la geografía rural olivarera. Por eso el colegio El Collao de Génave, en la jiennense Sierra de Segura, ha querido incorporar a su plan de estudios una atención muy especial a la cultura olivarera, la misma que impregna el modo de vida y las señas de identidad de centenares de pueblos andaluces. Y lo ha hecho creando técnicas educativas diferentes y atractivas a la vez para que los alumnos aprendan a valorar el medio que les rodea y puedan mantener una actividad que se ha ido heredando de generación en generación.

La recogida simbólica de nueve olivos situados en un parque deportivo de Jaén ha sido la forma con la que estos alumnos de Secundaria han querido reivindicar la cultura milenaria del olivo. Lo hicieron ataviados de auténticos aceituneros, ellos con los monos de trabajo y ellas con los refajos y rodilleras para recoger del suelo. "En unos tiempos en los que el medio rural está tan lleno de nubarrones sobre su futuro nos parece que desde la escuela también podemos poner nuestro granito de arena para explotar mejor nuestros recursos", afirma Manuel Rodríguez, el director del colegio rural El Collao, al que acuden 250 alumnos de los pequeños núcleos de Génave, Torres de Albanchez, Villarrodrigo y Onsares.

La relación entre este centro educativo y el olivar no es nueva. Desde hace años mantienen una colaboración intensa con la cooperativa de aceite ecológico Sierra de Génave y, por eso, saben muy bien las técnicas a emplear. "En su producción no se usan productos químicos", asegura José Jiménez, uno de los alumnos. El centro dispone además de un taller de bonsais, una colmena de cristal donde observan toda la evolución de las abejas y hasta una incubadora en la que están intentando reintroducir una raza de gallinas ponedoras de Tarifa (Cádiz).

Los alumnos cuentan también con una biblioteca verde, un amplio fondo documental con todas las publicaciones de interés sobre el olivar, la agricultura ecológica y el medio ambiente. También incluyen documentos históricos, como las copias de las escrituras de fundación de la primera almazara que se fundó en Génave o el olivar requisado durante la guerra civil. "Es una experiencia muy positiva porque permite que la escuela sea también un museo agrícola que ayuda al conocimiento del medio rural", destaca el delegado de Educación en Jaén, Miguel Jurado.

La destreza con la que Santiago o Manuel Jesús limpian la hoja del olivar en la criba, el aceite almacenado en la redina por parte de Raquel o Mari Paz o las maestras explicaciones que Daniel da sobre los usos del el ubio, un yugo que se incorpora a las bestias en las tareas de arado, sorprendieron a todos los presentes en la recolección de los nueve olivos. Sin embargo, resulta paradójico que la mayoría de ellos no quieran plantearse el futuro como sufridos olivareros. Quieren ser ingenieros, maestros, futbolistas o peluqueros. "La aceituna es muy dura, se pasa mucho frío y te salen sabañones en las orejas", dice Santiago, que como otros muchos compañeros ya sabe lo que es ir a la aceituna a ayudar a sus padres los fines de semana. Las autoridades educativas creen, no obstante, que su labor no queda en saco roto.

Perfumes, anchoas y aceitunas

La implicación de los habitantes de Génave, una pequeña localidad de apenas 600 habitantes, con la producción ecológica no se limita al mundo escolar. Podría decirse que casi toda la población está relacionada de una u otra manera con las 1.200 hectáreas de olivar ecológico que hay en el municipio, un olivar marginal pero con unos excelentes rendimientos. Este año la producción va a rondar los 400.000 kilos de aceite ecológico, de los que apenas el 10% se destinan al mercado nacional y el resto se distribuye en países como EE UU, Suecia, Alemania, Francia y, sobre todo, Japón, donde el aceite Oro de Génave está muy cotizado para la fabricación de cosméticos.

De ello han tomado buena nota las mujeres de este pueblo serrano, que han irrumpido con fuerza en el consejo rector de la cooperativa local, con más de 30 socias. Han empezado a fabricar perfumes ingleses y americanos que mezclan con aceite ecológico. Además, se están produciendo conservas vegetales (habas y aceitunas de mesa, principalmente) y el último grito son las anchoas y el bonito del norte con aceite ecológico.

"El pueblo se muere y por ello tenemos que diversificar la producción y tener imaginación para frenar el despoblamiento", asegura Manuel Rodríguez, director del colegio y uno de los fundadores de la cooperativa ecológica. "Claro que peor irán las cosas si encima nos quitan el PER o si suprimen las ayudas al olivar", recalca.

Por todo ello, Manuel no oculta su deseo de que los jóvenes escolares puedan volver al municipio, una vez finalizada su etapa formativa, para ser ellos los que tiren del carro de este cultivo. "No sólo se necesitan jornaleros, también ingenieros agrícolas, biólogos y gestores", subraya.

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