Rivalidad en las cartas

La asociación entre el texto hablado y el movimiento a veces provoca un indisoluble y eficaz conjunto expresivo, tal como otras constituye un evidente divorcio que no acaba de cuajar sobre la escena; es esto último lo que sucede a la bailarina brasileña Rosana Barra y al actor argentino Marcelo Auchelli, que intentan en algo más de una hora ser graciosos, dramáticos e intensos, quedándose todo en una tibia e inconexa consecución de escenas aisladas, poco inspiradas y evidentemente herméticas hacia el espectador.

En ocasiones los intérpretes consiguen arrancar alguna que otra sonrisa del público, pero está claro que ésa no es la intención del espectáculo. El otro problema básico parte de una falta de estructura en lo musical y de una ausencia generalizada de verdadera coreografía. El drama interior de una pareja que se busca en la oscuridad y en un íntimo desamor no impacta, no cala y apenas se entiende.

La danza-teatro frecuentemente cae en el abuso de la palabra; monólogo o diálogo que en vez de apoyar a la médula danzística simplemente se yergue en pretexto argumental. Auchelli habla durante casi una hora intentando justificar su presencia en el escenario, mientras Barra recurre a su histrión personal y a los excesos seudocostumbristas. No dejó de divertir la ácida rivalidad localista entre argentinos y brasileños expresada en un imaginario juego de cartas.