Así se fabrica un Gasol
Tiago Splitter, brasileño del Bilbao Basket, de 17 años, está programado para ser una estrella
No es soberbia, ni prepotencia. Simplemente, Tiago Splitter está programado para ser una estrella. Sabe que, si nada se tuerce, un día no muy lejano jugará en la NBA. El 1 de enero cumplirá 18 años. Sin la mayoría de edad, ya juega con plaza de extranjero en el Bilbao Basket, en la segunda categoría del baloncesto español, la LEB-1. Pronto jugará al máximo nivel en el Tau, el campeón de Liga y Copa, el club que tiene sus derechos hasta 2007.
Él es brasileño, nacido en el Estado sureño de Santa Catarina, hijo de Cassio, un abogado especializado en derecho internacional y tributario, y de Elisabete, profesora de música, que viven en la ciudad de Blumenau. Desde pequeño ya destacó por su estatura (ahora mide 2,09 metros) y por su facilidad innata para el deporte. Compaginó el baloncesto y el voleibol, pero a los 12 años tuvo que elegir. "Si sigues con nosotros", le imploraban en voleibol, "vas a llegar a la selección. Si no, te arrepentirás". Pero escogió el baloncesto, el club Ipiranga, y por ahora no se ha arrepentido. Allí se crió hasta que un cazatalentos lo descubrió para el Tau. Era, cómo no, Alfredo Salazar, el secretario técnico del club vitoriano, el mismo que en su día descubrió a Nicola (Benetton italiano), a Scola o a Nocioni (ambos en el Tau). "Arturo Ortega [el agente de jugadores con mayor cartera del baloncesto español] tenía unos socios en Brasil y un amigo de ellos me vio. Salazar, que ya había recibido informes de mí, me siguió en el Sudamericano de 1999. Se fijó y me fichó para el Tau".
Splitter ha arrancado desde la base. Con 15 años llegó a España solo. Debutó en la cuarta categoría, la EBA, con el filial del Tau, donde se enfrentaba a pívots que le doblaban en edad. Cada año ha progresado una categoría.
En Estados Unidos, donde se sigue con lupa a los jóvenes con posibilidades de entrar en la NBA, no se recatan en buscarle parecidos razonables. Lo comparan con Nowitzki, la estrella del mejor equipo de la temporada (Dallas); con Kirilenko, el mejor ruso del momento (Utah); con Robert Horry, una leyenda en activo de Los Angeles Lakers... Y, además, en Brasil dicen que será el nuevo Oscar Schmidt Becerra.
Splitter no tiene un modelo claro. "Está bien que te comparen con jugadores consagrados", admite. "Pero cada uno tiene un estilo diferente. Me gustaría que un día algún joven se fijara en mí. Yo miro a todos, desde mis compañeros de equipo hasta los mejores de la NBA". En España hay un claro ejemplo: Pau Gasol, el catalán que triunfó en su primer año al lograr el título de mejor novato. "Él ha progresado muy rápido. Cuando tenía 18 años no se esperaba tanto de él. Ha tenido una chispa, que le ha hecho progresar de repente. Yo quiero ir poco a poco, aunque no estaría mal una chispa así. Me gustaría seguir una trayectoria como la de Scola o Nocioni. Si subes mucho, la caída puede ser más rápida", aclara precavido.
El brasileño, sin embargo, posee ya un honor en su currículo: este verano se convirtió en el jugador más joven que jamás ha disputado un Mundial de baloncesto, con 17 años y ocho meses. Y el mérito es mayor si se mira a quién le quitó el récord: Arvydas Sabonis (17 años y nueve meses en el Mundial de 1982).
Cancha y autoescuela
Tiago Splitter, de rasgos europeos y dulzura brasileña, es ya un profesional del baloncesto. Una vez terminado el bachillerato, sólo se dedica a trabajar su físico (ahora sale de una lesión en el hombro), a lanzar a canasta con un entrenador particular (Iñaki Iriarte) en Vitoria y a entrenarse con su equipo. Fuera del baloncesto, sólo tiene hueco para mejorar su inglés (¿preparándose para el salto a EE UU?) e ir a la autoescuela. Pronto, dejará de viajar de Bilbao a Vitoria en autobús de línea.Splitter tiene claro su futuro: "Desde pequeño tengo el sueño de ser una estrella". Y no le cuesta trabajo asimilarlo; sólo cuando no juega como quisiera. "Ahí echas en falta a la familia. Pero mis padres me han educado bien y he sabido asimilar las críticas buenas y malas. Si no, podría parar mi progresión. Viviendo solo he crecido y madurado mucho. He crecido bastante". Eso nadie lo duda.
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