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Análisis:El modelo de crecimiento actual es insostenible
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Es cabal el coste laboral?

La divergencia de estadísticas dificulta el cálculo de la influencia salarial

Según los resultados recién difundidos por el INE sobre el coste laboral en España, cada trabajador asalariado costaba a su empresa, en 2000, por término medio, 23.183,45 (3,86 millones de pesetas) euros al año por todos los conceptos aunque el primero se embolsó solamente 17.158 (2,85), sin tener en cuenta pagos en especie o indemnizaciones por despido. Esta gran diferencia se debe a las cotizaciones sociales por contingencias comunes a cargo del empleador. En términos medios de nuevo, cada empresa recibió 244 euros por trabajador en forma de subvenciones al empleo, de forma que el coste neto por trabajador para la empresa fue de 22.939 euros.

Según la Contabilidad Nacional y la EPA, ambas del INE, en 2000, el PIB por ocupado (a coste de los factores, es decir, sin impuestos netos sobre la producción) fue de 35.686 euros, muy superior como es natural al coste laboral por asalariado. La diferencia de unos 14.500 euros entre el PIB por ocupado y el coste laboral neto por asalariado representa el margen bruto de explotación por trabajador, aunque imperfectamente, ya que el PIB por trabajador no es lo mismo que el PIB atribuible a las empresas con asalariados por cada asalariado. En 2000 había en nuestro país 15,4 millones de ocupados (EPA) de los cuales 12,3 millones eran trabajadores por cuenta ajena o salariados, correspondiendo la diferencia entre ambas cifras a trabajadores autónomos.

Más información
La economía española acumula desequilibrios

La Encuesta de Costes Laborales se realiza cada cuatro años por todos los países de la UE en el marco de las actividades regulares de Eurostat y la anterior corresponde al año 1996. Aunque el principal objetivo de estas encuestas es el de analizar la estructura de los costes laborales y su comparación con los demás países de la UE, uno puede caer en la tentación de comparar la encuesta de 1996 con la de 2000. Pero esta comparación tiene muchos problemas debido a que la metodología con la que se han hecho ambas es diferente. De dar por buena la comparación, observaríamos que los costes laborales medidos por la encuesta apenas habrían aumentado en el periodo un sorprendente 1,1%. Hay apreciables variaciones en ciertas regiones, si cabe más sorprendentes. En Andalucía y Castilla-La Mancha el coste laboral por trabajador habría descendido en el periodo 1996-2000.

Este moderado comportamiento sería todavía más evidente si nos referimos a los costes salariales estrictos que habrían crecido en el periodo, siempre según la encuesta de costes laborales, un 0,7%, es decir, una décima y media de punto porcentual por año. La diferencia entonces habría que atribuirla a un crecimiento más que proporcional, aunque también moderado, de la cuña salarial debida a las cotizaciones sociales.

Si el moderado avance de los costes laborales que se desprende de la anterior comparación fuese cierto (que no lo es), las empresas españolas estarían de enhorabuena, ya que habrían conseguido estabilizar su principal partida de gasto al tiempo que los precios de los bienes y servicios que producen (cesta de bienes y servicios del IPC, en realidad) habrían registrado un aumento en el periodo del 13,5 por ciento, es decir, un 3,5 anual. Por otra parte, siempre si los datos de la encuesta fuesen ciertos, los trabajadores habrían perdido poder adquisitivo al mismo ritmo.

Afortunadamente, esto último no habría ocurrido si nos fiamos de lo que dicen los datos del Índice de Costes Laborales, otra encuesta que elabora también el INE, esta vez de manera continua en cada trimestre. Según esta fuente, mucho más fiable a estos efectos, el coste salarial total por mes y por trabajador ha aumentado en el periodo 1996-2000 un 15,6%, es decir, un 3,7% y, por lo tanto, ligeramente por encima de la inflación, captando en parte el crecimiento de la productividad. Como la productividad tampoco ha aumentado mucho en el periodo, aunque esto es todavía más difícil de saber a ciencia cierta que todo lo anterior, pues todos en paz.

En paz todos, aunque algo inquietos nosotros y, suponemos, muchos otros analistas que con tal variedad de ciertos datos o ausencia de otros no sabemos cabalmente como evoluciona la competitividad de la economía española y sus empresas. Nos enteraremos, aunque más adelante y quizá sin margen para aplicar las políticas correctas según cada caso.

* FEDEA, Federación de Estudios de Economía Aplicada

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