Lo que el euro se llevó (un año después)
Los informes del Instituto Nacional de Estadística (INE) sitúan el aumento de precios en los últimos 12 meses en torno al 4%, casi dos puntos por encima de la media de la Unión Europea y de la zona euro. Un incremento espectacular que muestra que la inflación, en contra de lo que asegura el Gobierno de José María Aznar, dista mucho de estar controlada. Pese a todo, el dato se antoja moderado para la percepción de buena parte de la población, incapaz de despojarse de la sensación de que el euro cunde menos que la peseta -estimaciones preliminares apuntan a que la introducción de la nueva moneda ha añadido un 1% a la inflación-, de que el redondeo ha tenido un efecto perverso y encarecedor y de que los precios han crecido mucho más allá de lo que indican las cifras oficiales.
Pese a la cifra oficial de inflación, en torno al 4%, la percepción generalizada del consumidor es que el aumento de precios es muy superior y que el euro cunde menos que la peseta
La reciente comparación, con un año por medio, del precio de un carrito de la compra con productos de uso cotidiano corrobora esa impresión: la factura resultó un 18% más cara.
El pasado lunes, el secretario de Estado de Comercio, Juan Costa, sin poner en cuestión, obviamente, los datos del INE, echó leña a la polémica al presentar un informe que reflejaba que 20 alimentos básicos, de una cesta de 60, se habían encarecido en el año anterior entre un 8% y un 30%, con una especial incidencia de las frutas, hortalizas y pescados.
Un resultado que, según Costa, no recogía aún el efecto de la catástrofe del Prestige y de la marea negra que sigue arrojando sobre las costas gallegas. A partir de ahora, anunció Costa, se hará público un informe el primer martes de cada mes con los datos relativos a las tres primeras semanas del mes anterior.
El 7 de diciembre de 2001, EL PAÍS efectuó una compra semanal tipo, pensada para una familia de cuatro miembros, en el Hipercor del madrileño Campo de las Naciones, con el único objeto de acostumbrar al consumidor a asimilar los precios en euros y compararlos con los precios en pesetas.
El resultado se publicó el 30 de diciembre en un suplemento especial de El País Domingo dedicado a la inminente entrada en circulación del euro, que convivió con la peseta hasta el 28 de febrero de 2002. Llenar ese carrito de la compra costó entonces 170,44 euros (28.359 pesetas). La misma operación, realizada el 9 de diciembre de 2002, un año y dos días más tarde, elevó la factura a 201,12 euros (33.464 pesetas).
Se trata de un pasmoso y espectacular aumento del 18%, muy significativo -aunque no directamente extrapolable al conjunto de los precios con los que se establece el IPC- y que refleja enormes diferencias según el tipo de producto. Así, el capítulo de carnes y pescados (sobre todo en el caso de estos últimos) se incrementó en un 30,47%; el de frutas y verduras, en un 24,79%, y el de artículos de aseo, en un 12,67%. El apartado de produc tos de limpieza registró un descenso del 0,77%, y crecieron moderadamente los capítulos de varios (2,18%) y desayuno (2,49%). Se compraron en ambos casos productos de las mismas marcas o calidades.
Es posible que el euro no sea el único culpable de estas subidas, pero todo indica que en algo ha contribuido. Mientras la Comisión Europea niega que se haya registrado un descontrol general de los precios relacionado con el cambio de moneda, la firma Morgan Stanley estima que la introducción del euro ha añadido de media cerca de un 1% a la inflación. Se trata de un efecto bastante mayor que el previsto por el Banco de España, que a finales de 2001 cifró entre un 0,2% y un 0,4% el impacto máximo de la nueva divisa en el IPC. Por su parte, la Organización de Consumidores y Usuarios detectó aumentos superiores al 10% en algunos servicios, como bares y cafeterías, en una serie de controles de precios realizados durante los primeros meses de vida del euro.
"Entre los consumidores existe la percepción de que los precios han subido notablemente como consecuencia de la introducción del euro", explica la economista Nuria Bustamante, de Caja Madrid. "Sin embargo, resulta muy difícil realizar una estimación cuantitativa de su impacto", puntualiza.
"En nuestra opinión, el impacto no ha sido superior a dos décimas", añade José Luis Martínez, analista de Citigroup. "Pero lo cierto es que esta estimación resulta menos fiable considerando los cambios aplicados a partir de enero en el cálculo del IPC. Hay que esperar hasta principios de 2003 para tener más información sobre el impacto real", concluye Martínez.
Entretanto, el consumidor compra, compara y, en muchas ocasiones, se espanta.
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