_
_
_
_
_
Reportaje:

El AVE al aeropuerto: historia de cien desencuentros

Piqué siembra el desconcierto al presentar en 15 días dos propuestas contradictorias para llevar el AVE al aeropuerto

Hasta hace apenas dos meses había un proyecto de trazado de la línea de alta velocidad que era el resultado de dos pactos firmados entre el Ministerio de Fomento y el presidente del Gobierno catalán, Jordi Pujol, por una parte, y el mismo ministerio y los ayuntamientos afectados, por otra. El primer documento, fechado en febrero de 2001, preveía la construcción de un tramo del AVE desde la línea principal hasta el aeropuerto (el llamado bucle). El segundo, firmado en octubre de 2001, definía el espacio por donde pasaría el tren entre Martorell y Barcelona. Había un plan, pero la verdad es que no satisfacía a nadie.

No gustaba al ministerio, que prefería un trazado más directo y rápido: por Cornellà y L'Hospitalet hasta llegar a Sants. En este esquema, el aeropuerto no cuenta a efectos de alta velocidad. Al aeropuerto se va en taxi, en tren de Cercanías o en metro. Desde Barcelona, por supuesto.

Hace 15 días había un plan que no gustaba a nadie para que el AVE llegara al aeropuerto
Más información
El Prat: una solución que nadie prefiere ni nadie rechaza

Tampoco gustaba al Gobierno autónomo ni a los municipios. El primero quería una estación en la terminal nueva. De ahí que el bucle incluyera la parada en esa terminal precisamente. Los alcaldes la querían en la terminal actual. Buscaban que la estación del aeropuerto tuviera una doble función: aeroportuaria y territorial, de la comarca.

Para acabar de minar el asunto, el pacto entre Pujol y Francisco Álvarez-Cascos hizo agua por todas partes. La necesidad de construir un túnel soterrado en zona de humedales disparó los costes. Las últimas cifras barajadas multiplican por 20 las que dio el presidente Pujol en el momento de la firma del acuerdo. El Gobierno catalán, abocado a la evidencia de que se iba a endeudar (su tesorería está peor que bajo mínimos) en un proyecto que no era el suyo, presentó un proyecto diferente. Los ayuntamientos le animaron y comprometieron su apoyo al comprobar que el nuevo plan coincidía casi milimétricamente con el que ellos siempre habían defendido. Felip Puig se fue a Fomento con los planos bajo el brazo y los alcaldes a su lado como guardia de corps. No le hicieron ni caso. Más aún, Fomento vio la nueva propuesta como excusa perfecta para dar por cancelados los pactos suscritos y anunció que su verdadero proyecto no era otro que el "más racional": la vía directa por Cornellà y olvidarse del aeropuerto.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

El resultado fue una especie de movimiento de Fronda de la sociedad catalana. Tras las instituciones (Gobierno catalán y municipios) se alinearon sindicatos, asociaciones vecinales, partidos políticos (salvo ERC) y organizaciones cívicas y empresariales (con la excepción de la patronal Fomento del Trabajo, que se ha mantenido en silencio para estar a bien con todos y ha logrado quedar mal con todo el mundo).

La situación impulsó al Gobierno central y al catalán a buscar una solución. Los alcaldes creen que han llegado ya a un acuerdo, tras el encuentro celebrado el sábado de la semana pasada entre Piqué y Álvarez-Cascos, por una parte, y Pujol y Felip Puig, por otra. Si es así, disimulan con gran maestría, porque la propuesta presentada esta semana por el propio Piqué se halla en las antípodas de lo que esperaban las administraciones catalanas y también de la presentada por él mismo hace 18 días.

Buen dominador del lenguaje, Piqué argumentó con cifras el nuevo trazado: de Atocha a Sants, 2 horas y 23 minutos. La solución propuesta por el Gobierno catalán supone que este mismo recorrido se haga en 15 minutos más. Una barbaridad porque, dijo, sólo el 1% de los pasajeros tendrá como destino el aeropuerto. Y como ejemplo, el Charles de Gaulle, donde el AVE sólo supone el 3,5% de la demanda, aunque, reconoció, puede llegar al 10%. Piqué no siguió con los números. En el caso de El Prat, esto equivaldría a cuatro millones de pasajeros. El total estimado para el AVE entre Madrid y Barcelona es de 15 millones.

La línea del horizonte es ferroviaria

El Gobierno central no ve interesante que el aeropuerto disponga de conexión directa con la alta velocidad. Las administraciones catalanas (autónomas y locales) lo creen indispensable. Una primera aproximación puede hacer suponer que la discrepancia es económica: el trazado por el aeropuerto es más largo y también más caro. Pero ésa no es la única ni siquiera la principal de las discrepancias.

Detrás de cada propuesta hay un modelo diferente de organización territorial.

La última propuesta presentada por Josep Piqué explica a la perfección cómo concibe el territorio el Partido Popular. El espacio se divide en dos partes: el centro y las periferias. Y si se miran las periferias, se observa que también constan de centros y de periferias propias. Madrid es centro y Barcelona es periferia. El tren va de Barcelona a Madrid. A su vez, Barcelona es centro y el resto de Cataluña es periferia. El AVE, por tanto, va de Sants (Barcelona) a El Prat, que es periferia de Barcelona.

Las administraciones catalanas, tanto las nacionalistas como las de izquierdas (que gobiernan toda la comarca del Baix Llobregat), tienen una visión diferente. Para empezar, rechazan la organización radial de los transportes. De ahí que piensen que el aeropuerto de Barcelona no es un satélite subordinado al de Madrid y que la línea de alta velocidad no une Madrid con Barcelona, sino Barcelona con Madrid y con Valencia y con la Europa situada más allá de los Pirineos.

Y lo mismo ocurre en el interior de Cataluña: Barcelona, la ciudad, es un centro de una ciudad metropolitana policéntrica. No se crece sólo en torno a la plaza de Catalunya, también hay desarrollos que tienen como centro Sabadell, Terrassa, Granollers, Mataró y la densa masa residencial e industrial del Baix Llobregat.

El aeropuerto no es de Barcelona, es de Cataluña y forma un conjunto con el puerto (incluso físicamente, tras el desvío del Llobregat y la ampliación portuaria). Y se conecta con el resto del mundo por tierra a través de una red de carreteras y vías de tren. No se conecta sólo con Barcelona, como lo haría de llevarse a cabo la propuesta última presentada por Piqué en nombre del Gobierno central.

El Gobierno central (el Partido Popular) ve un mapa de España donde sólo destacan las capitales de provincia. Las fuerzas catalanas creen que más allá también hay vida.

No es ni mucho menos casual que las administraciones catalanas vinculen siempre la estación del aeropuerto a la intermodalidad. Se trata de una estación donde también paran, sin ir más lejos, los trenes regionales y los de largo recorrido del corredor mediterráneo.

Saben que es el principal corredor económico español. No en balde fue donde se construyó la primera autopista (de peaje), en tiempos en los que el tren no gozaba de gran predicamento. Hoy, en cambio, la línea del horizonte es claramente ferroviaria.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_