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Crítica:ALICE COOPER | ROCK
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un cómic de terror

No estaba la noche para bromas -frío, entorno desangelado...- hasta que Alice Cooper apareció sobre el escenario de La Cubierta. ¿Quién dijo que el rock ya no era divertido? A sus 54 años, y por primera vez en España, el viejo Alice (en su partida de nacimiento consta como Vincent Furnier, y el sobrenombre le viene de la denominación que dio a su banda en los setenta) se lo pasa como un enano. De paso provoca la diversión constante. Es imposible dejar de mirar un segundo al escenario porque, si se hace, puede uno perderse un gag disparatado y más divertido que el anterior.

Alice, con una aflautada voz ronca (no es contradictorio), adopta el personaje principal de la obra y empuñando bien un sable, un bastón, una fusta, un látigo y hasta un palillo chino (su último disco, Dragon Town, tiene mucho de esa estética) se enfrenta a todos los males a sabiendas de que él es el auténtico mal, aunque sea como las máscaras que intentan asustar a los niños en un tren de una bruja de feria.Así que los recursos monstruosos escénicos, de puro evidente, van formando un divertido cómic real: Alice se pelea con una hermosa dama (resulta que es su hija); muestra a un bebé cual dios Jano de dos cabezas; va construyendo en una especie de horno crematorio un Frankenstein con cachos de piernas y brazos de los personajes con los que combate; los loqueros se lo llevan; le cortan su cabeza en la guillotina... Cada pasaje visual tiene su canción, y alterna clásicas de los setenta (Eighteen, Under my wheels, Feed my Frankenstein; Only women bleed...) con sus esporádicos éxitos de los ochenta y noventa (Lost in America, Poison...).

Alice Cooper

Alice Cooper y su banda. Plaza de Toros La Cubierta de Leganés (Madrid), 12 de diciembre de 2002.

El concierto toma otro rumbo, se hace más glam (los músicos se enfundan camisetas de lamé) y enfila una recta final cargado de intensidad y menor parafernalia. La traca última es una chanza contra Britney Spears, a la que da vida su propia hija. No hay perdón: a pesar de que sobre la camiseta de Alice puede leerse "Britney wants me", la cabeza de la joven estrella del pop actual también acaba cortada, y él la exhibe triunfador. No se sabe si al final triunfa el bien o el mal. Lo seguro es que ha triunfado la diversión.

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