Poca Red

El estudio sobre la infraestructura tecnológica de los hogares españoles realizado por la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) y el Instituto Nacional de Estadística (INE) confirma la baja penetración del uso doméstico de Internet en España, con un 17% de hogares conectados, en comparación con el 40% de promedio en la UE. Ni siquiera Madrid y Cataluña, donde la cuarta parte de los hogares están conectados a la Red, se acercan a la media europea, mientras que comunidades como Castilla-La Mancha y Extremadura no llegan al 10%.

Estos datos desmienten los anuncios hechos por el Gobierno de planes para difundir el uso de las nuevas tecnologías. De los anuncios tenemos noticia porque ya se han encargado de airearlos y presentar los resultados previstos antes de conseguirlos; pero de los planes no se conoce gran cosa en lo que se refiere a recursos dedicados, organización o evaluación. Esta carencia es un obstáculo añadido a la modernización de nuestro país, que pasa ineludiblemente por el dominio de tecnologías que hoy son básicas para comunicarse, informarse y hacer transacciones con rapidez más allá del mercado local.

Muchas de las actividades con más repercusión futura, como el comercio electrónico, sólo podrán prosperar si se hace extensivo el uso de Internet en los hogares, no sólo en los centros de estudio o de trabajo. Sin duda se trata de un problema económico: no es casual que las regiones menos desarrolladas sean las que presentan cifras más bajas de utilización de Internet. Pero no es sólo un problema económico. Otras tecnologías, como el teléfono móvil, se han extendido con rapidez a todos los sectores sociales, y hay regiones europeas con una renta igual o inferior que tienen un grado mayor de penetración de la Red. Hay también un problema cultural y educativo, una barrera mental que se alza entre el usuario doméstico e Internet, que puede y debe eliminarse con programas específicos para cada sector de la población.