Contrastes llamativos
Ha sido realmente enriquecesor ver a marineros rivales luchar, codo con codo, contra la marea negra. Emociona la pacífica invasión de Galicia llevada a cabo por miles de voluntarios llegados de todos los rincones del Estado, deseosos mostrar su solidaridad con mucho más que palabras. Sin embargo, junto a tanto rasgo de generosidad la decepción nos llega, una vez más, de mano de los políticos profesionales. Espectáculo lamentable el dado por Aznar y Zapatero al negarse el saludo en la fiesta de su Constitución. Poco antes, el señor Rajoy se había pasado seis horas contando medias verdades, sin que se le cayera la cara de vergüenza. El contraste es tremendamente llamativo y no pasará desapercibido a la ciudadanía.
Hay un refrán muy español que dice que al mentiroso se le coge antes que al cojo, y esto les está pasando a los señoritos del PP. Si son capaces de mentir tan descaradamente cuando la propia televisión, los pescadores gallegos, las autoridades portuguesas y europeas, etc., están desmintiendo todo lo que dicen, qué no harán en temas no tan fáciles de controlar, por ejemplo, en el terreno político y económico. En Euskadi, los Mayor Oreja,Villar, Iturgaiz, Urquijo, etc., ya están poniendo pegas para no participar en la manifestación "ETA kanpora" del día 22 porque Ibarretxe, a base de iniciativas que sintonizan con la madurez de una mayoría importante de la ciudadania vasca, se les adelanta una y otra vez, poniendo en evidencia unas miserias partidistas camufladas de constitucionalismo y totalmente alejadas del sentir nacional vasco-abertzale.
Pues bien, cuanto más en evidencia se están poniendo las contradicciones del PP, nunca les falta el apoyo de sus buenos samaritanos. Esta vez les llega no envuelto en petróleo, sino revestido de negras capuchas que pretenden salvarles de K.O. político, haciendo sonar el gong de la bomba de Santander y lanzando un panfleto totalmente ininteligible tanto en nuestro tiempo como en nuestro espacio. ¿Cómo se puede pensar, a estas alturas, que la culta ciudadanía vasca pueda dejarse impresionar, (y no digamos convencer), por unos encapuchados?
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