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Fainé advierte de que Acesa puede reconsiderar la fusión con Áurea para defender al accionista

El retraso se debe al temor de los minoritarios a perder peso en el 'gigante' de las autopistas

La fusión de Acesa y Áurea, cuyo anuncio zanjó hace siete meses la llamada guerra de las autopistas y que esbozó el tercer operador europeo del sector, no acaba de ver la luz. El descontento de los socios minoritarios de Áurea con los términos pactados entre Dragados, que controla Áurea, y La Caixa, que controla Acesa, ha retrasado el proyecto. Los minoritarios temen ver recortado su peso en la empresa resultante. En la junta de accionistas de Acesa Infraestructuras, su presidente, Isidre Fainé, admitió ayer, públicamente y por primera vez: "Cabe el riesgo de que no salga la fusión".

"Si cambiamos nuestra manera de pensar, será porque es mejor para el accionista", añadió Fainé, también director general de La Caixa, a preguntas de unos accionistas que llevan casi siete meses esperando que la operación se concrete. El presidente de Acesa Infraestructuras subrayó al respecto que "no hay que ir deprisa" en la negociación, y que "cualquier operación" que remate el grupo "sólo se hará" si está "en línea con su filosofía" de inversiones y de rentabilidad.

Fainé aseguró que no hay ningún calendario fijado (la operación debía haberse cerrado en octubre, se había señalado tras el verano el director general de Acesa, Salvador Alemany). Sus manifestaciones en público tras meses de conversaciones herméticas sonaron a toque de atención amistoso para darle un último empujón a la operación. La puerta a la fusión está abierta. "Esperamos que salga", enfatizó. Otras fuentes consultadas entre los accionistas, entre ellos ACS, corroboraron en su día esta impresión.

Pero nadie se ha pronunciado todavía sobre los flecos pendientes mientras el tiempo discurre. Áurea no ha logrado que sus socios aprueben lo acordado por ACS, accionista de referencia de Dragados, y La Caixa, principalmente en el canje de acciones pactado y el reparto del capital.

Sobre la fusión planeó desde el primer día el descontento de los accionistas de Áurea. La suma de los dos grupos se resolvió por sorpresa. El anuncio tuvo visos de solución salomónica: de rebote, supuso la paz tras la pugna que ambas compañías protagonizaban por hacerse con un rival más pequeño, Iberpistas. Unidas las tres piezas bajo el paraguas de Acesa, la empresa resultante controlaría el 69% del mapa español de autopistas.

El propio Fainé afirmó que el desenlace de la historia había sido posible gracias al "cambio de accionista en Dragados", una clara alusión al papel que desempeñó Florentino Pérez, al frente de ACS, después de que la constructora se convirtiera en primer accionista de Dragados al hacerse con las acciones del SCH en Dragados. Pérez pasa por tener buena relación con la cúpula de La Caixa e influyó en que Miquel Roca, ex portavoz de CiU y asesor de La Caixa, tuviera una silla en el consejo de Dragados.

Relación de canje

La relación de canje de la fusión (2,06 acciones de Acesa por cada acción de Áurea) nunca pareció convencer a las entidades financieras presentes en el capital de Áurea. Las valencianas Bancaja y CAM y la andaluza Unicaja pasarían de más del 21% al 7,1%. Según lo pactado, Dragados, con un 36% de las acciones, vería diluir su peso a un 12,2%. En este tiempo, las cajas y Dragados han estudiado la sindicación de acciones. Cuando se anunció la fusión, La Caixa ya superaba el 21% de la entidad resultante.

Mientras los accionistas de Áurea han intentado arañar una ecuación de canje más favorable y cuya modificación parece para La Caixa una cuestión más política que técnica, el accionariado de Acesa, que entretanto ha engullido Iberpistas, también se ha movido. La Caixa ha reducido su parte en el capital de 37,1% al 23,49%. Caixa Cataluña ha aumentado la suya al 8,24%. La italiana Autostrade acapara ya un 7,21%, la portuguesa Brisa ha irrumpido con un 5,77%, y las pequeñas cajas catalanas suman un 8,1%.

El ruido de fondo lo completa el malestar político que despertó en Valencia la afirmación de Acesa de que la empresa resultante de la fusión (absorción de Áurea por Acesa) , con unos fondos propios superiores a 3.000 millones de euros, un beneficio neto de 300 millones y responsable de la gestión de más de 1.600 kilómetros de autopistas, estaría en Barcelona, con La Caixa, propietaria ya del primer grupo industrial de España, al timón.

Acesa, que manifestó su interés por pujar por ENA, aprobó una ampliación de capital liberada de 49,4 millones.

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