"Debemos acostumbrarnos a que vivimos en un país normal"
Descendiente de una de las familias más poderosas de la aristocracia austrohúngara (los compositores Franz Schubert y Joseph Haydn trabajaron para ellos), la obra de Péter Esterházy (Budapest, 1950) está plagada de referencias a la cultura centroeuropea y a la literatura alemana. De su última novela Harmonia Caelestis (aparecerá en España el año que viene), dice sin reparo que "tiene de todo". Amor, traición, caballos y caballeros, comunistas, fútbol y hasta física atómica, se entrelazan en la historia de una gran familia noble europea desde el siglo XVII hasta ahora. Un autor directo, jovial y serio, y contento, al fin, por poder presumir "de tener un amigo Nobel".
PREGUNTA. Frente a los grandes idiomas europeos, el húngaro aparece como una pequeña isla lingüística. ¿Representa esto una dificultad en su escritura?
RESPUESTA. Por supuesto, significa un gran obstáculo. Pero también el mundo es una isla. La gente que habla español, inglés o ruso tiene otra concepción del mundo.
P. Al ganar el Nobel, Kertész habló de reconocimiento para las letras húngaras. ¿Qué características la definen?
R. No estoy seguro. Quizá la fuerte relación con la historia. Y, como en mi caso, una especial atención al lenguaje.
P. ¿Qué significa el Nobel a Kertész?
R. La "pequeña isla" a la que usted hacía mención será a partir de ahora un poco más grande. Para mi país es un regalo. Como sociedad, la oportunidad de leer a Kertész nos da la posibilidad de reflexionar sobre nuestra historia. Es una oportunidad única.
P. ¿Cómo puede ayudar usted como escritor en todo esto?
R. Yo puedo contar mi historia, mis pecados y derrotas, pero no todo el mundo debe hacerlo, sería insoportable.
P. Durante el Imperio austrohúngaro y, más tarde, bajo la influencia soviética, la literatura húngara tenía un importante compromiso político. ¿Debe buscar nuevos caminos para este siglo?
R. En una dictadura, la literatura no sólo tiene otras necesidades, sino también diferentes posibilidades. Incluso las palabras se comportan de otro modo. La dictadura ya pasó. No así sus consecuencias. Debemos acostumbrarnos a que vivimos en un país normal. La literatura húngara no tiene el deber de buscar un camino. En literatura no existe el verbo deber, sólo el poder. Aunque no creo ser la persona indicada para responder apropiadamente a esta pregunta, estoy demasiado metido en todo esto.
P. En su literatura el Danubio es símbolo de la cultura y la sociedad centroeuropea. ¿Por qué?
R. Allí donde la palabra Danubio significa algo, la gente se reconoce mejor. Se sabe de qué se debe de tener miedo y de qué no. Como los animales. Se reconocen ciertas alusiones culturales e históricas. Por supuesto, estas referencias no son para todos iguales, pero sí muy parecidas. El Danubio une.
P. En sus libros hay mucho de la literatura alemana. ¿Qué significado tiene en su obra?
R. Además del húngaro, yo sólo hablo el alemán y, como se podrá imaginar, conozco muy bien la literatura de este país. En mis primeros años como escritor encontré la inspiración que necesitaba en autores como Handke, Jandl, Artmann, Heissenbüttel o Jonke.
P. ¿Y en la literatura húngara?
R. Las preguntas que se plantea la literatura alemana se encuentran en la húngara y viceversa. Por ejemplo, la problemática del país, de la misma historia. Un autor como Thomas Mann es prácticamente húngaro.
P. ¿Por qué?
R. Muy rara vez un escritor extranjero consigue ese favor de los lectores y Thomas Mann lo ha conseguido en Hungría. Más tarde ocurrió con Hrabal.
P. Lo divertido y lo serio son señas de identidad de su obra. ¿Es el único modo de enfrentarse a la realidad?
R. Cada vez hay más caminos para enfrentarse a lo cotidiano, en el caso de que en realidad exista alguno. Para mí, la broma y lo serio están muy cerca, se tocan.
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