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Entrevista:PEDRO SEVILLA | Poeta | Signos

"El hombre no se humaniza mientras no empieza a escribir"

Breve, pero de hondo calado, la producción de Pedro Sevilla (Arcos de la Frontera, Cádiz, 1959) le convirtió en uno de los poetas andaluces esenciales en las postrimerías de siglo XX. Lo certifican poemarios como Septiembre negro o La luz con el tiempo dentro, que mereció el premio Rafael Alberti, así como una primera incursión en la novela, Extensión 114. Ahora está a punto de ver la luz su último volumen de poemas, Tierra leve, en su editorial acostumbrada, Renacimiento.

Pregunta. ¿Cómo ha madurado su poesía en los siete años que distan entre La luz con el tiempo dentro y Tierra leve?

Respuesta. En este tiempo he cambiado poco. No soy poeta de revoluciones, sino de obra corta e indagatoria en un mismo sentido elegiaco, nostálgico en su visión del mundo. Como diría Javier Salvago, este nuevo libro es el mismo libro corregido y aumentado. De hecho, el poema que lo abre lleva por título Resumen de lo publicado, como en las entregas del Capitán Trueno. Es cierto que el humor y la ironía han dado paso a, no una mayor seriedad, pero sí una mayor concreción de la poesía. He dejado a un lado la banalidad para abordar temas más dolorosos. Y el tono de denuncia social que se veía en mis primeros poemas tampoco aparece ahora.

P. El silencio de su poesía ha servido para descubrirle como novelista, ¿insistirá en este género?

R. La novela nació, como se sabe, a raíz de la muerte de mi hermano, en unas circunstancias muy difíciles. Ahora trabajo en otra, inédita y de momento sin título. Es una novela sobre la adolescencia y los sentimientos de esa edad.

P. ¿Cree en el poder de la escritura para vengar el dolor o la muerte?

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R. A raíz de la edición de Extensión 114, alguien habló de la escritura como terapia. Yo creo que la escritura no nos salva de nada, es como ver un partido de fútbol o salir de copas con los amigos: luego volvemos a casa y nos está esperando despierto el mismo dolor. Pienso más en la escritura como una forma de pasar a limpio nuestras vidas, de escribirnos a nosotros mismos. Es un acto moral que marca el comienzo de la Historia: el hombre no se humaniza mientras no empieza a escribir.

P. El hecho de que Arcos haya sido cuna de grandes poetas, ¿se debe a la tradición, o al entorno?

R. No se puede negar que Arcos ha dado buenos poetas, pero no creo en el poder de los lugares. La orografía y la geografía condicionan lógicamente a los seres humanos, pero ha habido grandes poetas que han nacido en pueblos castellanos de cuatro casas, en rincones asturianos donde siempre está lloviendo, o en Siberia. La poesía es el burro flautista, que suena cuando y donde menos se la espera. En mi casa, lo más importante que se leía era un Semana atrasado que alguien trajera, no había condiciones ni hábitos para estimular el nacimiento de un poeta. Yo empecé a escribir pensando que, para que las cosas existieran, tenía que escribirlas: las pocas novias que tuve, mis grandes amigos, existen porque los escribí.

P. Usted ejerce como comentarista político en el periódico local de su pueblo, ¿es la misma mano la que escribe los versos y los artículos?

R. En broma y sin pretender equipararme te diré que me siento, como Alberti, gaditano, poeta y comunista. Se puede compaginar todo. La diferencia es que un libro se escribe y queda, pero los artículos son un poco como el pan, que al otro día ya está duro. Por ello, alterno piezas de actualidad con otras evocadoras, por ejemplo, del Arcos de mi infancia. Me gustaría pensar que alguien, algún día, reunirá estos últimos y de ellos saldrá un libro.

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