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La Unión Europea estudia el rediseño del euro para dar entrada a los nuevos socios

Estamos acostumbrándonos al manejo y cálculo en euros y ya hay que rediseñar la moneda única. La ampliación de la Unión Europea a diez nuevos socios plantea un problema hasta ahora inadvertido. Simple y sencillamente, en los mapas grabados en las monedas de euro no figura toda Europa. Sólo están acuñados los perfiles de los actuales 15 miembros del club. Al parecer, a nadie se le ocurrió al diseñar esas monedas que, como era previsible alguna ampliación del club en el futuro, hubiera sido más lógico presentar físicamente Europa de otra manera. Ya es tarde. Ahora hay que rectificar, pero aún no se sabe cómo.

Los jefes de Estado o de Gobierno decidieron en junio de 1996 en la cumbre de Florencia que todas las monedas de euro debían tener una cara común con un diseño que debe representar un mapa de la UE. Entonces nadie pensó que en menos de una década la Comunidad Europea iba a estar integrada por al menos diez nuevos países, que se incorporarán en 2004. Es ahí donde reside el obvio problema. Se convocó un concurso y un año después se eligió en Amsterdam la serie ganadora, que hoy circula por las manos y los bolsillos de más de 300 millones de ciudadanos.

En el minúsculo mapa acuñado en la cara común de las monedas de uno y dos euros, o en las rubias de 50, 20 y 10 céntimos, se observa que los únicos países que aparecen representados son los que integran la Unión actual. Es decir, una Europa unida formada por 15 Estados. Sin olvidar, por supuesto, a sus islas más importantes, como las Canarias o las Baleares. Pero de los 13 países candidatos no hay ni rastro.

La pregunta legítima que se hacen hoy algunos países y entre los candidatos es por qué el diseño de esas cinco monedas no refleja la realidad de una Europa cuyo número de componentes no se sabrá hasta dentro de varios años. Porque a la ampliación de 2004 se sumarán en 2007 Bulgaria y Rumania, y años después, casi con seguridad, otros países de los Balcanes. Y quién sabe si después Turquía. En las monedas de cinco, dos y un céntimo no se plantea ese problema porque Europa aparece dibujada con una visión más global dentro de una esfera planetaria. Tampoco en los billetes, donde aparecen unas fotografías tomadas por satélite de la región occidental del Viejo Continente, los de la UE, más Noruega, Suiza, los candidatos y los balcánicos incluidos.

El problema puede parecer a simple vista menor, pero hoy nadie tiene muy claro qué debe hacerse y, sobre todo, cuánto costará. Porque no hay que olvidar la guerra que dieron algunos países, especialmente España, para que todo su territorio, islas incluidas, aparecieran en las monedas y billetes. El Banco Central Europeo puso orden y zanjó la cuestión explicando que técnicamente era muy difícil o casi imposible representar a superficies tan pequeñas.

Pero si entonces se batalló por meter a los archipiélagos de cada uno de los países, se puede esperar que los nuevos socios reivindiquen vivamente y con razón que su Estado deba aparecer acuñado en las monedas, como el resto.

Los ministros de Economía y Finanzas abordaron por primera vez esta cuestión con la Comisión Europea anoche en Bruselas. El Eurogrupo (reunión informal de los ministros de la zona euro) decidirá cómo solventar el problema, aunque seguramente optará por encargar un estudio a los expertos. En principio, de una cara común y otra nacional no se va a cambiar. Tampoco parece que la renovación vaya a afectar a las especificaciones técnicas de las monedas de euro (su diámetro, el grosor, el peso, la forma, el color, la composición o el canto), esenciales para el reconocimiento de cada una de las monedas.

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