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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

¿Museo de Ciencias o del anacronismo?

Hacía muchísimos años que no iba al Museo de Ciencias Naturales de Madrid, y el recuerdo de infancia que guardaba de mi última visita escolar era el esqueleto de lo que creía un enorme mamut. Cuando volví el pasado sábado, era una de las cosas que buscaba con más interés, pero no lo encontré y, en su lugar, me choqué con la vitrina del paraíso en la que un esqueleto de mi sexo me acusaba, mostrando una manzana en sus metacarpos derechos, de ser la causante de los males del mundo mundial, porque mi supuesta primera pariente fue capaz de tentar al pobrecito e inocente Adán. ¡Qué barbaridad!

Cuando en España se debate sobre la paridad electoral, el derecho de los hombres a baja laboral por paternidad y una mujer es candidata a la alcaldía de la capital del reino, un lugar de saber nos devuelve a la auténtica verdad: la mujer es mala y debería seguir donde la puso Dios, pariendo con dolor y purgando por ser la causante de la expulsión de la humanidad de la vitrina del paraíso del Museo de las Ciencias de Madrid.

No me cabe la menor duda del valor que tienen todas y cada una de las piezas que exhibe uno de los museos de este tipo más antiguos, eso dicen los carteles. Pero, por mucho que Carlos III amara la naturaleza y fuera el promotor de este lugar lleno de historia, más de dos siglos han hecho evolucionar mucho a España y, aunque cuando hablo con algunos ejemplares del género masculino parezca que el tiempo no ha pasado, las mujeres hoy ya pensamos y decidimos. No estaría mal que los responsables de este museo repasaran los mensajes que transmiten a los visitantes, más que nada por aquello de que la ciencia es lo que nos ha hecho avanzar. ¿O no?

Sólo me consuela pensar que las niñas y niños que ahora visitan el museo le prestarán poca atención a esta vitrina, tan poca como la presté yo en su día, y que si se fijan se reirán por lo anacrónico, porque lo de indignarse lo dejo para adultas que, como la que escribe, pensamos que, por desgracia, aún queda mucho por hacer en esto de la igualdad entre el hombre y la mujer.

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