El 85% de los reclusos en programas de desintoxicación no vuelve a delinquir
Más de 29.000 presos están en tratamiento de metadona o deshabituación en la cárcel
Sólo el 15% de los reclusos que han seguido un programa de deshabituación de drogas en prisión vuelve a la cárcel a los tres años por un nuevo delito frente al 42% de los internos que no han participado en un tratamiento. Así se deduce de una investigación sobre un programa de drogodependencias en el centro penitenciario de Madrid IV (Navalcarnero). El número de presos que participan, actualmente, en programas de metadona y deshabituación ha pasado de 4.595 a 29.173, entre 1994 y 2001. En total, hay 52.353 presos en los 77 centros penitenciarios españoles.
El estudio Relación entre el tratamiento de la drogodependencia y la reincidencia en la comisión de delitos señala que los reclusos que participaron en el programa de tratamiento presentaron una mejor evolución penitenciaria (régimen penitenciario y libertad condicional).
El informe fue presentado ayer por el psicólogo del equipo de tratamiento del centro penitenciario de Madrid IV (Navalcarnero), José Sánchez Isidoro, en las Jornadas sobre intervención con drogodependientes en el medio penitenciario, celebradas en la Universidad Rey Juan Carlos.
Sánchez Isidoro explicó que la diferencia de 27 puntos porcentuales entre los reclusos que participaron en el programa de desintoxicación y reincidieron, y los que lo hicieron sin reincidir avala las ventajas de los tratamientos y que hay que seguir insistiendo en esta dirección.
El trabajo de investigación en este centro penitenciario se llevó a cabo con 180 internos, todos ellos penados en segundo grado y drogodependientes. La elección de la muestra está compuesta por 90 internos que participaron en el programa de tratamiento, durante al menos nueve meses, y otros 90 sujetos que representaban aproximadamente el 30% de los internos drogodependientes que no aceptaron participar en el programa. La media de permanencia en el tratamiento de deshabituación fue de entre 17 y 20 meses.
El perfil medio de los reclusos era de unos 30 años de edad, con varios ingresos en prisión, el primero de los cuales se registró al cumplir los 20 años, y su actividad delictiva básica eran delitos contra la propiedad. Todos ellos eran heroinómanos. Además, la inmensa mayoría había consumido otras drogas, principalmente, hachís, heroína y psicofármacos. Más de la mitad de los internos habían estado una o varias veces en tratamiento de drogas, si bien la permanencia había sido de una media de entre 6 y 7 meses.
Otra de las conclusiones del estudio, iniciado en 1993 y que aún se mantiene vigente, según sus autores, es que los niveles de eficacia del tratamiento de drogodependientes en prisión son muy similares a los obtenidos en programas realizados fuera de la cárcel, con el dato a favor de que existe un menor número de abandonos del programa de tratamiento.
El 24,2% de los reclusos admite consumir heroína y cocaína una vez que ha entrado en la cárcel, según Instituciones Penitenciarias. El 11,1%, toma sólo heroína; el 10,9, sólo cocaína, y el 14,2, alcohol.
Entre los que consumen drogas al ingresar en prisión, el 42,2% toma heroína y/o cocaína; el 2,9% de manera intravenosa. Por edades, entre los reclusos de entre 16 y 20 años, el 42,1% consume las dos o alguna de estas drogas. Entre los que tienen 21 y 25 años, lo hace el 47%; entre los que tienen 26 y 30 años, el 55,2%; entre los que tienen 31 y 40 años, el 48,6%, y entre los que tienen más de 41 años, el 23,3%.
El director general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Yuste, que participó también en las jornadas, señaló que la intervención con drogodependientes en centros penitenciarios ha tenido una evolución "muy notable" en los últimos años. Se ha pasado de atender a 4.595 internos drogodependientes en 1994 (696 en tratamiento con metadona y 3.899 en deshabituación) a 29.173 en 2001 (21.642 en tratamiento con metadona y 7.531 en deshabituación). Esto significa que sobre la población interna total, el 28,92% sigue alguno de estos dos tratamientos.
Ajustarse a la necesidad
Yuste dijo que la intervención terapéutica con el interno drogodependiente debe ajustarse a las necesidades de la persona en particular, en cada momento concreto. "No es viable determinar una única modalidad terapéutica para todos dada la diversidad de problemas, la existencia de diferentes subgrupos de internos con necesidades diferentes, e incluso las distintas necesidades que se pueden dar en estas personas según la evolución y el momento del proceso terapéutico en el que se encuentren", señaló.
Yuste apuntó que los objetivos específicos de intervención con internos drogodependientes deben ir encaminados a prevenir y reducir los daños y los riesgos asociados al consumo y a conseguir periodos de abstinencia para romper con la dependencia de estas sustancias.
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