Una marcha antifascista acaba en batalla campal entre policías y manifestantes
Siete jóvenes fueron detenidos tras una hora de enfrentamientos en Lavapiés
El lema de la manifestación era contra el fascismo y la guerra, pero la marcha acabó en una batalla campal entre jóvenes y la policía. Cuatro sucursales bancarias arrasadas, numeroso mobiliario urbano destrozado y enfrentamientos y persecuciones durante una hora por las calles del barrio de Lavapiés entre unos 60 manifestantes y la policía fue el resultado final de la protesta. Los agentes cargaron varias veces contra los jóvenes hasta que consiguieron reducir a los provocadores de los disturbios. Siete manifestantes resultaron detenidos.
Tras romper una luna, se metieron en la entidad bancaria y sacaron una máquina de escribir con la que destrozaron la puerta principal. El cajero automático también sufrió daños. "Gritaban todo el rato consignas como 'nazis, no'; o 'policía, asesina", explicó un testigo. Respetaron los puestos del Rastro.
La manifestación fue convocada por la Coordinadora Antifascista de Madrid e Izquierda Castellana, que comunicaron a la Delegación del Gobierno el recorrido. Éste iba a transcurrir entre la plaza de Carlos V y la plaza de Santa Cruz, frente al Ministerio de Asuntos Exteriores. El lema: "Contra el fascismo y la guerra".
La hora de comienzo estaba prevista para las 12.00, pero su inicio se retrasó unos veinte minutos. A la marcha acudieron unas 1.000 personas, según los convocantes. Pero cuando habían llegado a la altura del número 78 de la calle de Atocha, una representación de los congregados se acercó a los mandos policiales y les explicó que iban a desconvocar la manifestación por la fuerte presencia policial (había más de un centenar de policías antidisturbios y numerosas furgonetas). Los manifestantes disolvieron la marcha al acercarse al barrio de Lavapiés. En ese momento, comenzaron a arrasar todo lo que encontraron a su paso. Los contenedores de papel y vidrio de la calle de Embajadores terminaron esparcidos por la calzada.
Unos sesenta jóvenes se concentraron entonces en la plaza de Cascorro y, armados con cascotes de obra y botellas de cerveza, atacaron una sucursal del Banco Atlántico.
Tras romper una luna, se metieron en la entidad bancaria y sacaron una máquina de escribir con la que destrozaron la puerta principal. El cajero automático también sufrió daños. "Gritaban todo el rato consignas como 'nazis, no'; o 'policía, asesina", explicó un testigo. Respetaron los puestos del Rastro.
Según algunos testigos, la policía tardó unos minutos en cargar contra los incontrolados, que consiguieron dispersarse por las calles de Lavapiés tras las primeras algaradas. Los causantes de los destrozos comenzaron a lanzar cócteles molotov contra una sucursal de Caja Madrid, en la calle de Embajadores. También rompieron las lunas de otra sucursal de la entidad de ahorros en la calle de Magdalena, y del Banco Popular cerca de la plaza de Tirso de Molina. "Estaban junto al banco y, tras hablar un momento entre ellos, han arrasado también la sucursal del Atlántico. Han cogido unas piedras enormes y han acabado con las cristaleras", señaló otro testigo.
Los agentes antidisturbios emplearon pelotas de goma y botes de humo para dispersar a los jóvenes, que llevaban las cabezas tapadas con pasamontañas, bufandas o pañuelos. Éstos bajaron por la calle de Embajadores y aledañas. Acabaron con todo el mobiliario urbano que hallaron a su paso. Rompieron los cristales de las cabinas telefónicas y de una administración de lotería.
La policía logró controlar a los manifestantes tras una hora de carreras y de destrozos continuados. Varias dotaciones detuvieron a siete jóvenes en la calle del Duque de Alba, acusados de causar destrozos y atentado contra la autoridad. Fueron trasladados a la comisaría de Centro y hoy pasarán a disposición judicial. Otras 20 personas fueron identificadas.
Juventudes Comunistas de Madrid, uno de los grupos participantes en la marcha, envió ayer un comunicado en el que protestó por "la actitud desproporcionada [de la policía] basada en la intimidación, el miedo y la violencia física, que constituye una dinámica de represión que choca frontalmente con el derecho de manifestación (...) y que hoy [por ayer] de manera deliberada ha forzado la disolución de una manifestación comunicada y legalizada por la Delegación del Gobierno".
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