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ELECCIONES EN AUSTRIA

Los conservadores austriacos arrasan en las legislativas por el desplome de Haider

El canciller Wolfgang Schüssel logra un gran triunfo personal con el 42,3% de los votos

Javier Moreno

Los conservadores arrasaron ayer en Austria. El Partido Popular (ÖVP) del canciller Wolfgang Schüssel obtuvo un 42,3% de los votos, un resultado que ningún sondeo había sugerido, y dejó fuera de combate a los socialdemócratas del SPÖ (36,9%), que aspiraban a desplazar del poder a la derecha. El enorme triunfo de Schüssel se produce a costa de su socio de coalición, los ultras del FPÖ de Jörg Haider, que pierden tres quintos de sus votos. Con ello se desvanece el peligro de la ultraderecha en Austria, tras el escándalo que supuso su aparición hace tres años.

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Si no se cuenta el ascenso de los ultranacionalistas en las elecciones de 1999, el resultado de ayer es el mayor terremoto político en las últimas cuatro décadas en Austria. Los conservadores del ÖVP se convierten en el primer partido del país tras desplazar a los socialdemócratas del SPÖ a la segunda plaza por primera vez en 36 años. La subida del ÖVP, unos 16 puntos porcentuales, es también la más espectacular jamás lograda por un partido político austriaco.

El resultado provisional que ofreció en la tarde de ayer el ministro del Interior austriaco, Ernst Strasser, deja a los conservadores del ÖVP con el 42,3% de los votos y 79 diputados (27% en 1999); los socialdemócratas del SPÖ, logran un 36,9% y 69 diputados (33% hace tres años); y los ultras del FPÖ, obtienen el 10,2%, un desplome espectacular. En las últimas elecciones se alzaron con el segundo puesto, un 27% de los votos, y nada menos que 33 diputados más de los 19 que lograron ayer.

Los Verdes, que se quedaron tres puntos por debajo de lo que les otorgaban los sondeos, lograron un 9% y 16 diputados, uno más que hace tres años.

Se trata de un triunfo inmenso del canciller Wolfgang Schüssel. Un triunfo, además, prácticamente personal. Schüssel apostó hace tres años por un Gobierno de coalición con los ultras que le reportó la cancillería, pese a que el primer partido en aquellas elecciones era el SPÖ. La decisión le acarreó fuertes críticas en Austria, en la Unión Europea (sanciones incluidas) e incluso de sus compañeros del Partido Popular Europeo (PPE).

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Pero su estrategia quedó convalidada anoche. Schüssel siempre sostuvo que era capaz de domesticar a los ultras del FPÖ, y que el país no corría peligro de derivar en un Gobierno autoritario controlado por Haider y sus secuaces.

Tras una crisis de coalición en septiembre desatada por el propio Haider, el canciller vio su oportunidad. En lugar de aceptar las exigencias del líder ultra, Schüssel convocó elecciones por sorpresa con la idea de consolidar su popularidad y relegar a la ultraderecha a la irrelevancia política. Ambos objetivos se cubrieron ayer con comodidad.

El ejemplo alemán

Socialdemócratas y verdes son los grandes damnificados. Hace sólo dos meses, los sondeos indicaban que una coalición rojiverde podía desplazar del poder a conservadores y ultras y consolidar los triunfos de la izquierda en Europa, tras el éxito del SPD de Gerhard Schröder y los Verdes de Joschka Fischer en Alemania en las elecciones del pasado septiembre.

Pero la pavorosa crisis económica desatada desde entonces en Berlín enterró sus esperanzas, en uno de los fenómenos políticos que más ha sorprendido a los analistas.

Rápidos en el contraataque, los conservadores se lanzaron a una campaña frenética en los últimos días, con carteles y múltiples intervenciones en radio y televisión, que auguraba un desastre similar al de Berlín si Alfred Gusenbauer, el candidato del SPÖ, y los Verdes llegaban al poder en Viena.

A la espera de un análisis detallado de los resultados de anoche, todo sugiere que la estrategia del miedo ha funcionado. Pocas veces los acontecimientos en un país extranjero habrán tenido tanta repercusión en unas elecciones nacionales.

El otro factor del fracaso de la alternativa de izquierdas ha sido el decepcionante resultado de los Verdes, que con un magro 9% de los votos han confirmado su especialidad: ir bien en las encuestas y fracasar en las urnas. Un resultado que se hubiese acercado al 12% o 13% de los sondeos hubiese hecho posible una coalición rojiverde, de no ser por el tremendo tirón personal de Schüssel, con el que nadie contaba.

De forma indiscutible, los electores decidieron anoche que están satisfechos con la política económica moderadamente reformista de Schüssel y con sus resultados: un paro que ronda el 5%, la mitad que en Alemania o España; un déficit controlado, y un sistema social por encima del nivel europeo, con pensiones medias de 1.000 euros y edad de jubilación de apenas 61,5 años.

La evidente deriva autoritaria del Gobierno de Schüssel en coalición con los ultras de Haider en estos últimos tres años, a decir de los sectores más críticos de la sociedad, no ha bastado para compensar el ánimo de los votantes.

El canciller Wolfgang Schüssel, rodeado de periodistas ayer después de votar en la capital austriaca.
El canciller Wolfgang Schüssel, rodeado de periodistas ayer después de votar en la capital austriaca.ASSOCIATED PRESS

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